Los desastres naturales, las crisis y los conflictos causan hambre y desnutrición en muchos lugares del mundo. Según estimaciones de las Naciones Unidas, 821 millones de personas en todo el mundo sufren en la actualidad de hambre. Todos los días mueren niños como consecuencia de la desnutrición. Eso me entristece y enoja al mismo tiempo. Hoy, en el Día Mundial de la Alimentación, debemos recordar a todos que se necesita hacer mucho más para vencer el hambre y la desnutrición. El último Índice Global del Hambre, publicado la semana pasada, demuestra esto de manera alarmante:

La situación en 51 países es clasificada como "grave" hasta "extremadamente alarmante".

La desnutrición y malnutrición crónicas tienen consecuencias agudas y de largo plazo, tanto para la salud de los afectados como para la estabilidad y el desarrollo de sociedades enteras. Por ello, Alemania ha estado trabajando desde hace muchos años con sus socios a nivel nacional e internacional para combatir el hambre. La ayuda alimentaria es uno de los focos de la ayuda humanitaria alemana: el año pasado, el Ministerio de Relaciones Exteriores apoyó proyectos contra el hambre y la desnutrición con alrededor de 700 millones de euros en todo el mundo. Además, Alemania está involucrada en el desarrollo de instrumentos que permiten brindar ayuda humanitaria lo antes posible antes de que una sequía se convierta en una hambruna.

Debemos usar el Día Mundial de la Alimentación como una oportunidad para trabajar aún más y asegurarnos de que el derecho a la alimentación y la necesidad humana básica de una alimentación suficiente se satisfagan en todo el mundo: nadie debe sufrir de hambre.