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Cómo Alemania contuvo el coronavirus
May 22, 2020 Jens Spahn
A menudo se hace referencia a Alemania como un ejemplo positivo de cómo manejar la pandemia de COVID-19. Tuvimos éxito en la prevención de la sobrecarga de nuestro sistema de salud. La curva de infecciones claramente se está aplanando. Y la proporción de casos graves y muertes es menor en Alemania que en muchos otros países. Pero esto nos hace humildes, en lugar de confiados.
Veo tres razones por las que Alemania está atravesando esta crisis relativamente bien, por ahora. Primero, el sistema de salud alemán estaba en buena forma al entrar en la crisis; todo el mundo ha tenido pleno acceso a la atención médica. Esto es un mérito no sólo del gobierno actual, sino de un sistema que fue construido en el curso de muchos gobiernos. Con una excelente red de médicos generales disponibles para tratar los casos más leves de COVID-19, los hospitales han podido centrarse en los enfermos más graves.
En segundo lugar, Alemania no fue el primer país afectado por el virus, y por lo tanto tuvo tiempo para prepararse. Aunque siempre hemos mantenido un número relativamente grande de camas de hospital disponibles, en particular en las unidades de cuidados intensivos, también nos tomamos en serio la amenaza de COVID-19 desde el principio. En consecuencia, la capacidad de la UCI del país se incrementó en 12.000 camas a 40.000 muy rápidamente.
En tercer lugar, Alemania es la sede de muchos laboratorios que pueden hacer pruebas para el virus, y de muchos investigadores distinguidos en el campo, lo que ayuda a explicar por qué la primera prueba rápida de COVID-19 se desarrolló aquí. Con una población de alrededor de 83 millones de personas, somos capaces de realizar hasta un millón de pruebas de diagnóstico por día, y pronto tendremos la capacidad de realizar alrededor de cinco millones de pruebas de anticuerpos por mes. Las pruebas extensivas son como apuntar una linterna en la oscuridad: sin ella, solo se pueden ver tonos de gris; pero con ella, se pueden ver los detalles de forma clara e inmediata. Y cuando se trata de un brote de enfermedad, no puedes controlar lo que no puedes ver.
Para estar seguro, como Ministro Federal de Salud de Alemania, reconozco que solo vemos instantáneas momentáneas. Nadie puede predecir con confianza cómo se desarrollará la pandemia en unas pocas semanas o meses. No hemos impuesto toques de queda nacionales, pero hemos pedido a los ciudadanos que se queden en casa voluntariamente. Como muchos otros países, hemos estado viviendo bajo severas restricciones en la vida pública y privada durante dos meses. Por lo que sabemos, esta respuesta ha sido necesaria y efectiva.
Sin embargo, las consecuencias del confinamiento no pueden ser ignoradas, por lo que estamos tratando de volver gradualmente a la normalidad. El reto es que la reducción de las medidas de protección sea potencialmente un tema tan delicado como su introducción en primer lugar. Aunque estamos operando en condiciones de profunda incertidumbre, podemos estar seguros del peligro que supone una segunda ola epidémica. Por lo tanto, nos mantenemos vigilantes.
Sólo el tiempo dirá si hemos tomado las decisiones correctas, por lo que soy cuidadoso al sacar lecciones de la crisis en este momento. Pero algunas cosas ya me parecen claras.
En primer lugar, es fundamental que los gobiernos informen al público no sólo sobre lo que saben, sino también sobre lo que no saben. Es la única manera de crear la confianza necesaria para luchar contra un virus letal en una sociedad democrática. Ninguna democracia puede obligar a sus ciudadanos a cambiar su comportamiento, al menos no sin incurrir en altos costos. En la búsqueda de una respuesta coordinada y colectiva, la transparencia y la información precisa es mucho más efectiva que la coerción.
En Alemania, hemos logrado frenar la propagación del virus porque la gran mayoría de los ciudadanos quieren cooperar, por un sentido de responsabilidad hacia ellos mismos y hacia los demás. Pero para mantener este éxito, el gobierno debe complementar la información oportuna sobre el virus con un debate público abierto y una hoja de ruta para la recuperación.
En segundo lugar, además de informar al público, los gobiernos deben demostrar que confían en que los ciudadanos entiendan la situación y lo que esta exige. Al estar informados, los ciudadanos alemanes saben que la vuelta a la normalidad no es posible sin una vacuna. Al pensar en nuestras nuevas rutinas diarias, nuestra fórmula es perseguir tanta normalidad como sea posible con tanta protección como sea necesaria.
Mientras nuestras decisiones sobre dónde y cómo aflojar las restricciones se ajusten a criterios claros y sensatos, confiamos en que los ciudadanos alemanes las apoyarán. Nuestras decisiones deben estar guiadas por la evidencia y hacer hincapié en la reducción del riesgo de infección. Sabemos que el distanciamiento social es la protección más efectiva. Cuando las personas permanecen al menos a 1,5 metros de distancia, el riesgo de infección se reduce sustancialmente. Y si podemos asegurar el cumplimiento de las normas básicas de higiene, el riesgo disminuye aún más. El resto de los riesgos residuales pueden ser manejados de varias maneras, dependiendo de la situación.
En tercer lugar, la pandemia ha demostrado por qué un mundo interconectado necesita una gestión de crisis a nivel mundial. Lamentablemente, la cooperación multilateral se ha hecho más difícil en los últimos años, incluso entre aliados cercanos. Ahora que vemos cuánto nos necesitamos unos a otros, la crisis actual debería ser una llamada de atención. Ningún país puede gestionar una pandemia por sí solo. Necesitamos coordinación internacional, y si las instituciones que existen para este fin no funcionan lo suficientemente bien, debemos trabajar juntos para mejorarlas.
En cuarto lugar, los europeos debemos reconsiderar la forma en que abordamos la globalización, reconociendo que es fundamental producir los bienes esenciales necesarios, como el equipo médico, dentro de la Unión Europea. Tendremos que diversificar nuestras cadenas de suministro para evitar ser totalmente dependientes de un solo país o región. Pero replantearse la globalización no significa reducir la cooperación internacional. Por el contrario, los esfuerzos conjuntos entre los Estados miembros de la UE ya están impulsando el progreso hacia una vacuna. Una vez descubierta, será prudente garantizar que la vacuna se produzca en Europa, incluso cuando esté disponible en todo el mundo.
Como la mayoría de las crisis, esta ofrece oportunidades. En muchas áreas, ha sacado lo mejor de nosotros: un nuevo sentido de comunidad, una mayor voluntad de ayudar a los demás y una renovada flexibilidad y creatividad. No cabe duda de que las consecuencias a medio plazo de la pandemia serán duras. Pero a pesar de todas las dificultades e incertidumbres que se avecinan, sigo siendo optimista. En Alemania y en otros lugares, estamos siendo testigos de lo que son capaces nuestras democracias liberales y nuestros ciudadanos.