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No debemos aceptar que los judíos se conviertan en chivos expiatorios
Artículo del Ministro de Relaciones Exteriores, Heiko Maas, publicado en el periódico WELT y en CNN en inglés.
"Por ley válida en todo el imperio, permitimos que todos los ayuntamientos nombren a judíos para el consejo municipal". Así respondió, en el año 321, el emperador romano Constantino a una petición de los dirigentes de la ciudad de Colonia, que habían apelado a Roma sobre el asunto. La correspondencia es el primer testimonio escrito de la vida judía en Alemania.
Los judíos han vivido en el mundo de habla alemana durante al menos 1700 años. ¿Y qué sería de nuestra filosofía sin el pensamiento de Moses Mendelssohn o Hannah Arendt? ¿Qué sería de la ciencia natural sin Albert Einstein? ¿Y cuánto más pobres serían nuestras vidas sin la música de Gustav Mahler, la poesía de Else Lasker-Schüler o las historias de Heinrich Heine o Franz Kafka? Es bueno que en este año de aniversario tomemos conciencia de lo profundas que son nuestras raíces judías, de lo mucho que nos conforman hasta el día de hoy. Y podemos considerarnos afortunados de que hoy unos 200 000 ciudadanos judíos vuelvan a formar parte de la sociedad alemana.
Pero la historia de 1700 años del judaísmo en Alemania, por desgracia, no puede contarse sin hablar también de la persecución, el genocidio y el odio a los judíos. En el proceso, la cara grotesca del antisemitismo se esconde detrás de máscaras siempre nuevas. Así lo demuestran las confusas teorías conspirativas que adoptan formas cada vez más abstrusas en la pandemia de coronavirus. Los que se ponen estrellas amarillas judías en las manifestaciones no son ciudadanos preocupados. Son antisemitas. Y cualquiera que se ponga del lado de los radicales de derecha portando carteles que digan "La vacunación libera" o que irrumpa en el Capitolio de EE.UU. con una camiseta del "Campo de Auschwitz", no está pensando solo de forma retorcida. Se está burlando de las víctimas del nacionalsocialismo, banaliza su brutalidad inhumana y destruye valores civilizatorios fundamentales, que son de importancia decisiva para nuestra convivencia y nuestra democracia.
Es el deber de todos los demócratas señalar lo anterior claramente. Como presidente de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA, por sus siglas en inglés), Alemania quiere avanzar en la lucha contra estas peligrosas mentiras, contra la distorsión de los hechos y contra la trivialización del Holocausto en todo el mundo. Con este fin, hemos creado un Grupo de Trabajo Global contra la Distorsión del Holocausto para defender estos valores universales junto con socios internacionales. Esta semana, destacados académicos internacionales nos han presentado sus recomendaciones. Y ellos demuestran que es necesario actuar con urgencia.
En primer lugar, la naturaleza digital del antisemitismo contemporáneo hace que no tenga fronteras. Por ello, debemos emprender más que nunca una acción internacional concertada contra ello. La línea entre la libertad de expresión y el discurso del odio, entre la ignorancia y la distorsión deliberada de los hechos, puede no ser siempre fácil de trazar. Por eso es aún más importante que desarrollemos un claro entendimiento internacional de lo que entendemos por distorsión del Holocausto y cómo actuamos contra ella. Estamos trabajando en ello con nuestros socios de la IHRA, la UE, las Naciones Unidas, el Consejo de Europa y la OSCE. Pero las autoridades nacionales también se ven desafiadas. Un estudio reciente muestra lo estrechamente conectados que ya están los terroristas de extrema derecha y los teóricos de la conspiración en Internet. Y nuestras autoridades de seguridad deben estar al menos igual de interconectadas.
En segundo lugar, la educación es el mejor remedio contra los prejuicios y los conocimientos históricos superficiales. Durante nuestra presidencia, hemos distribuido ampliamente las recomendaciones de la IHRA sobre el aprendizaje y la enseñanza a las escuelas y otras instituciones educativas de Alemania. Ya en 2019, lanzamos la Red Europea de Educación contra el Antisemitismo, que lucha contra los estereotipos antisemitas. Pero la cuestión de cómo reconocer la distorsión del Holocausto, de qué hacer al respecto, debe ser parte integrante de los planes de estudio de nuestras escuelas y universidades y de los planes de estudio de nuestra formación policial y judicial.
En tercer lugar, los monumentos conmemorativos, los museos y las instituciones educativas que se ocupan del Holocausto necesitan un apoyo político y financiero fiable. El año pasado aseguramos nuestros compromisos con los monumentos conmemorativos de Auschwitz-Birkenau y Yad Vashem en Jerusalén para los próximos años. Y Alemania no debe dejar ninguna duda, ni siquiera en la crisis del coronavirus, de que mantenemos nuestra especial responsabilidad.
En cuarto lugar, debemos controlar de una vez el odio a los judíos y la incitación al odio en Internet. Como Presidencia del Consejo de Europa, hemos situado la protección de los derechos humanos en Internet y la cuestión de la incitación al odio en lo más alto de la agenda. Es bueno que empresas como Facebook ya no nieguen su enorme responsabilidad. Pero mientras que las mentiras del expresidente Trump sobre el supuesto amaño de las elecciones en Estados Unidos fueron claramente señaladas como tales por Twitter, las mentiras sobre el peor crimen de la humanidad, el Holocausto, pasan con demasiada frecuencia desapercibidas. La clave reside en una colaboración más estrecha entre los operadores de las plataformas y las organizaciones académicas y de la sociedad civil, que son las que mejor pueden distinguir los hechos de las falsas afirmaciones. Queda mucho por hacer aquí.
Pero lo más importante es una sociedad que no acepte en silencio cuando se distorsionan los hechos, se convierten a los perpetradores en víctimas y se convierten a los judíos en chivos expiatorios. Una mayor vigilancia contra estas aberraciones, más coraje cívico y más solidaridad práctica nos harían bien a nosotros y a nuestro país, y esto mucho más allá del año de aniversario 2021.