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Rosa-Luxemburg-Platz: tiempos de cambios

Straßennamen als Relikte aus DDR-Zeiten

Straßennamen als Relikte aus DDR-Zeiten, © dpa-Zentralbild

13.02.2018 - Artículo

Rosa-Luxemburg-Platz: tiempos de cambios

Alguna vez llamada Bülowplatz, la Rosa-Luxemburg-Platz en Berlin-Mitte es un espacio fronterizo entre épocas y capas de historia, entre habitacional y monumental. Pero un desarrollo propio de nuestro tiempo hace que mucho esté pasando en la plaza que sirve de sede para el teatro “Volksbühne”: la asunción de la dirección por parte de Chris Dercon tras más de una década por parte de Franz Castorf, la expansión de nuevos negocios e iniciativas creativas han hecho del areal una de las más nuevas e interesantes atracciones de la capital alemana. Ya no será sólo una parte  más de la Scheunenviertel – sector comprendido entre Hackescher Markt y la Rosa-Luxemburg-Platz.

La Volksbühne – Escenario del Pueblo

Volksbühne
Volksbühne© dpa

Inevitable mencionarlo: un grupo de trabajadores llamados la Freie Volksbühne se organiza a fines del siglo XIX con el fin de ampliar “el acceso a la cultura al pueblo” reduciendo los precios de entradas a espectáculos teatrales. Bajo la consigna “Die Kunst dem Volke!” (“La cultura para el pueblo”), el grupo ofrecía entradas a obras por cincuenta céntimos y abogaba por la autonomía creativa como organizativa. En 1914 se terminaba de construir el majestuoso edificio diseñado por Oskar Kaufmann que protagonizó hitos del siglo XX: levantamientos de movimientos políticos con fatales consecuencias, oscuros ceremoniales del Tercer Reich y mucho más tarde, en 1989, los agitados cambios que conllevaban la caída del muro y la reunificación. Frank Castorf dirigiría la Volksbühne entre 1992 y este 2017, marcando una identidad que hasta el día de hoy es recordada.

Y más allá: por todos son conocidas las obras dirigidas por el artista Christoph Schlingensief – quien representara un año después de su muerte a Alemania en la Bienal de Venecia del 2011 - en el histórico teatro: su debut 100 Jahre CDU – Spiel ohne Grenzen  (“100 años de la CDU – Juego sin fronteras”) o Rocky Dutschke '68 – aludiendo al líder estudiantil de la década de 1960 y al héroe del box, o la acción que generaba una nueva y especial esfera pública del Berlín de transición en las gradas de entrada: Deutschlandsuche 99. Las repercusiones se dan en el tiempo de la misma forma como vida y política se entrecruzan, como un acto después del simulacro: en septiembre de este 2017 y por siete días, un colectivo de artistas independientes “Salz und Glitzer” (“Sal y lentejuelas”) ocuparía el teatro buscando su reorientación como institución y en términos de programa, siendo después desalojados.

La Karl-Liebknecht-Haus

El edificio construido en 1910 se construyó paralelamente a la Volksbühne. Delatando en sus líneas marcadas, pisos bajos e imagen geométricamente equilibrada, el edificio recuerda lo austero de una nueva modernidad funcional a principios del siglo XX. El partido comunista alemán lo adquiriría en 1926, instalando su sede ahí.

El edificio es una suerte de vecino cercano más no directo de la Volksbühne. Mirando en forma diagonal a la plaza, es hoy en día la casa del partido de la izquierda alemana, “Die Linke”.

La plaza de Rosa Luxemburgo: creativa constelación

La plaza que antes de alojar al teatro fuera a inicios del siglo XIX un sector habitacional algo marginal, es hoy manifestación sólida de las transformaciones que le dieron identidad. Prueba de eso son las placas conmemorativas a víctimas del fascismo, las franjas de latón con citas de la obra de Rosa Luxemburgo, a su vez obra del artista conceptual y político Hans Haacke. Las franjas, instaladas a partir del 2006, recuerdan a los pasantes de forma casual citas que, a manera de “cortaduras” según Haacke, habrían de citar al pie de los pasantes a una de las fundadoras del Partido Comunista Alemán (DKP).

En la actualidad la plaza dista de ser solamente un espacio de conmemoración del movido siglo XX en Alemania. Formando un triángulo entre Rosa-Luxemburg-Strasse, Weydingerstrasse y la transitada avenida de Torstrasse, el areal en torno a la Volksbühne cuenta con la presencia de galerías de arte como BQ, Nagel Draxler, el espacio de proyectos Kabinett Nagel Draxler de los mismos dueños, la Kimmerich Galerie; la Kunstverein am Rosa-Luxemburg-Platz, la sede del partido Die Linke y numerosos restaurantes y tiendas. Este lugar del pasado se abre al futuro y recibe de forma progresiva el aporte de inversionistas y creativos que hacen que Mitte amplíe sus fronteras. El Babylon Kino, con un programa continuado desde principios del siglo XX es, junto con el Teatro del pueblo, el alma de este nuevo territorio.

Kunstverein am Rosa-Luxemburg-Platz: “una identidad para el sector”

Susanne Prinz, directora de la Kunstverein am Rosa-Luxemburg-Platz, “ha cambiado muchísimo en los últimos diez años y de forma acelerada. Yo conozco esta plaza hace unos quince años. Esto tenía poco que ofrecer más que la Volksbühne. Tambiél el Babylon Kino era una suerte de ruina en la que no había mucho qué hacer. Esto no era Mitte tal y como lo conocemos ahora, sino un territorio más allá. Eso ha cambiado mucho. Antes el centro de la ciudad llegaba hasta la avenida anterior, la Schönhauser Allee y en Hackescher Markt. Muchos emprendimientos muy interesantes como los de los diseñadores, los cafés, las boutiques de moda y galerías se vinieron hacia acá. Algunas sencillamente se quedaron, como la Galerie Nagel (-Draxler), que fue y la primera y estaba desde sus inicios acá”.

La Kunstverein am Rosa-Luxemburg-Platz es, como muchas del paisaje cultural alemán, una asociación de personas interesadas en la exposición y promoción del arte contemporáneo al interior de una localidad. Desde hace casi quince años, los miembros de la asociación de la plaza trabaja ahí. “Se fundó porque se quería  trabajar en el fortalecimiento de una idea de identidad para el sector – afirma Prinz – ya que esto en algún momento ni siquiera era una plaza”.

“Hay mucha gente que creció en este barrio, relativamente joven, como la guionista Britta Wauer y otra gente que se quieren quedar pese al alza de alquileres en el sector. En la Linienstrasse, por ejemplo, hay un par de vecinas que he conocido. Una de ellos trabaja para un diputado en el parlamento.  La otra para un teatro. Es como una manzana en la que todos se conocen o re-conocen día a día. Y un mundo paralelo que se ha formado: ahora hay hostels y oficinas, por lo que se intensifica el rol de la plaza como lugar de trabajo, para comer y de esparcimiento. Eso hizo que hubiera un cambio en la población del lugar. Estos dos mundos paralelos no conviven mucho el uno con el otro.”, afirma Prinz.

 

 

Texto: Teobaldo Lagos Preller en exclusiva para el CAI, 28.11.2017

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