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Naufus Ramírez-Figueroa: El verde halo
Halo Verde, © (c) Berliner Künstlerprogramm des DAAD
Naufus Ramírez-Figueroa: El verde halo
“The Green Ray” (“El rayo verde”) es el nombre de una instalación en sitio específico en la galería del DAAD en Berlín, obra de Naufus Ramírez-Figueroa (Ciudad de Guatemala, 1978). Una luz tenue y verde es la que genera un halo en todas partes del espacio en Kreuzberg. Dispuestas en diferentes lugares, las esculturas hechas de poliestireno expandido hibridan tanto aspectos del cuerpo humano como de la naturaleza, generando una experiencia que depende de los límites de la galería, traza con líneas verdes y en ello evidencia nuestra relación como espectadores con esculturas que oscilan entre la desesperanza – el poliestireno expandido, material omnipresente y que nunca será degradado por la naturaleza del todo – y un humor sutil y ácido, que coquetea con el recuerdo sin evocarlo.
Ramírez-Figueroa, quien vive y trabaja en Ciudad de Guatemala y en Berlín, fue invitado el 2016 por el programa de artistas del Servicio Alemán de Intercambio Académico. Su obra, con un marcado interés en el poliestireno como material y en la historia de la modernidad en su país, pudo ser vista en proyectos como la instalación “The Third Lung” (“El tercer pulmón”) (2017) en la exposición principal de la 57a Bienal de Venecia. La misma obra está siendo mostrada en el Los Angeles County Museum of Art (LACMA) en Estados Unidos y en las Wiener Festwochen de Austria. La impactante performance A Brief History of Architectura In Guatemala ha sido mostrada en su país de origen como en el Solomon R. Guggenheim Museum en Nueva York, Estados Unidos: en ella, Naufus y dos compañeros danzan al son de una marimba vestidos únicamente con modelos en poliestireno de edificios emblemáticos de la identidad arquitectónica nacional: una pirámide maya, una iglesia hispánica colonial y el moderno Banco Nacional de Guatemala.
Ramírez-Figueroa explora diferentes dimensiones materiales y visuales de un presente asolado por el vacío de memoria histórica, la carencia de claridad para el futuro y las relaciones del cuerpo con el espacio en el que vivimos. Por medio de efectos de luz y color, pone en escena a las esculturas del material – frágil, económico y desechable - en un escenario temporal que toca indirectamente aspectos de la historia colonial guatemalteca, la identidad y el desplazamiento.
El nombre verde
El nombre de la exposición en Berlín, que pareciera aludir a superhéroes del cómic, es en realidad la etapa cristalizada de inquietudes de investigación: “Guatemala es un país particularmente fértil. Tiene demasiados volcanes para un país tan pequeño. Es un país que presenta un campo idóneo para la agricultura. Pero al mismo tiempo, es un país en el que se sufre mucho de hambre, es uno de los más pobres de América Latina, entonces se pregunta uno por qué. Retrocedes en el tiempo entonces y ves cuáles son los mecanismos que hicieron que esto fuera así ahora. Llegué a Carl von Linné, un botánico sueco del tiempo de la Ilustración, en el que había un deseo de clasificar todo”.
De acuerdo a como explica Ramírez-Figueroa, exploradores botánicos de América como Alexander von Humboldt o con el español José Celestino Mutis, quien viviera en Colombia y Venezuela, se comunicaban con von Linné por medio de cartas en las que reportaban de diferentes especies, información que sistematizaba. “Cuando llegaron los reyes borbones y se asentaron los Habsburgo, se estableció también la idea de que diferentes grupos étnicos eran mejores para el cultivo de diferentes plantas. En Guatemala, la población mestiza no cumplía ningún papel en la colonia, porque sólo se distinguía entre españoles, indígenas y negros. Ellos se dedicaron al cultivo del Índigo. La información, investigación y clasificación que hicieron estos botánicos de la ilustración llegaron a ser explotadas y ejercidas de la industrialización y la explotación masiva de ciertos cultivos”.
“Pensando en lo que esto provocó, pensando en una realidad industrial y de cultivos para la explotación, llegamos a una alienación del ser humano para con el mundo de las plantas y la tierra. Pensando en alienación, me interesó la estética de la ciencia-ficción, viendo también que esta puede ser una herramienta para algo de lo que puedas hablar en un momento por alguna razón”.
CAI: Bueno, aquí se pueden ver algunos elementos: con la iluminación, uno siente una suerte de verde por todas partes.
NR-F: Sí, quería explotar eso: lo verde, lo fértil.
CAI: Y uno tiene estas líneas en el piso que marcan un espacio que se puede medir y por otra parte estos trabajos manuales, escultóricos hechos con mucha minuciosidad en base a poliestireno...
NR-F: Sí. Y es un material de basura, la verdad. Me interesa por varias razones. Algunas son prácticas, porque no he tenido los medios de tener una producción muy fina. Al mismo tiempo hay un querer resistir esta tendencia de producciones de muy alto nivel que se ven en las artes. Viendo que en Guatemala muchos artesanos talladores que se especializan en las carrozas para Semana Santa, una fiesta patronal, ahora lo hacen con este material. El trabajo no es menos que en madera. Usan sus habilidades escultóricas para usarlo. Y son bien hechas. Yo me siento a veces un poco absurdo usándolo porque el resultado no es para siempre. Pero siempre le estás poniendo esfuerzo y tiempo. Me interesa esa dimensión. Tal vez me recuerda un poco a la falta de aprecio por este trabajo artesanal. También un elemento interesante es que este material va a contaminar el planeta para siempre, porque no se descompone. Por otro lado, hay una contradicción: es muy fácil que pierda su forma.
CAI: ¿Pero trabajarías con otro material si es que pudieras optar?
NR-F: No lo sé. Hay otros escultores que primero hacen el modelo en madera o en barro antes de trabajar con el poliestireno. Creo que también desembocaría en esto, en seguir con él desde un principio. Algo que me gustaría hacer es poder sacarlo en otro material. Sacar un molde y hacer esculturas en otro material. Empecé a usar poliestireno seriamente en el 2004, cuando participé en la bienal de Guangzhou. Mi primera pieza fue ahí mi misma casa, que se había quemado unos meses antes. Hice objetos de mi casa, que en parte eran de mi abuela porque había compartido con ella y en ese momento, para esa muestra, este material se volvió muy significativo. En esa muestra usé muchas capas de resina transparente, que lo hacía parecer un poco congelado, como objetos que han pasado mucho tiempo en el refrigerador y saben mal, como una manzana cristalizada. Viví con mi abuela fuera del país mucho tiempo en Canadá. Y entonces pensé en esta vida fuera del país y los objetos que se llevó mi abuela de Guatemala cuando nos fuimos.
Texto: Teobaldo Lagos Preller en exclusiva para CAI
“The Green Ray” - 11.11.2017 – 14.01.2018, DAAD – Galerie, Berlin