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Alemanes que hacen historia: Heide Simonis
Quilts von Heide Simonis werden ausgestellt, © dpa
La mujer transformadora
En defensa de Heide Simonis citemos primero, aunque suene a contradicción, aquello por lo que más se le recuerda: la derrota. Sí, la derrota. Y es que cualquiera puede comprobar que lo que más abunda en el Internet acerca de esta flamante ex servidora pública son los videos, crónicas y notas periodísticas que informan sobre los sucesos acontecidos el 17 de marzo de 2005. En esa fecha a Simonis se le escapó la reelección como ministra presidenta -lo que en otros países se conocería como gobernadora- de Schleswig-Holstein, estado o Land de Alemania que había mantenido bajo su administración desde 1993, pero además dicho acontecimiento mantuvo un ambiente de confabulación cargado de ponzoña, como si hubiese salido de una película de Oliver Stone.
Sin querer abundar en un tema sobre el que se ha escrito todo y más, diremos únicamente que en aquel fatídico día Simonis perdió por culpa de una traición perpetrada por alguien que, en principio, se había comprometido a respaldarla. Ese alguien le negó a la candidata del partido socialdemócrata SPD (Sozialdemokratische Partei Deutschlands) el apoyo que necesitaba para continuar con su cargo, pero además lo hizo con una alevosía y frialdad dignas del Bruto de Julio César. Se realizaron cuatro rondas de votaciones internas en el parlamento de Schleswig-Holstein y en las cuatro ocasiones Simonis obtuvo un voto menos de los 35 que necesitaba para erigirse con el triunfo. Resignada y con un rostro que no podía ocultar dolor ni desconcierto, la ex ministra presidenta decidió entonces retirarse, con lo que el candidato de la CDU (Christlich Demokratische Union Deutschlands), Peter Harry Carstensen, fue elegido para sustituirla.“Heide-Mord”, “el asesinato de Heide”, fue como la prensa bautizó a esta historia de intriga y deslealtad que terminó con la carrera política de Simonis para siempre.
Simonis y los cargos de poder en manos de mujeres
Es comprensible que un hecho tan ominoso sea difícil de olvidar, y ciertamente forma parte indeleble de la biografía de Heide Simonis, pero es una pena que a estas alturas opaque todavía a los importantísimos logros que acumuló a lo largo de su vida. Es de llamar la atención que en el mismo año en que Simonis era apuñalada por la espalda y se enfrentaba a su peor debacle profesional, Merkel se convertía en la primera mujer en llegar a la cancillería. Más allá del la ironía, el hecho es significativo porque fue precisamente gracias a la labor de personas como Simonis, que Angela Merkel consiguió ocupar el máximo nivel del ejecutivo alemán. Con su designación en 1993, Heide Simonis no sólo habría de erigirse como la primera ministra presidenta de un Land en la historia de Alemania, sino que habría de ostentar tal récord hasta 2009, cuando Christine Lieberknecht fue elegida como la mayor autoridad en el Land de Turingia. En aquellos tiempos, además, la paridad de género y otros aspectos relacionados con el de reparto equitativo de puestos administrativos apenas y empezaban a considerarse con la seriedad necesaria. Simonis en todo caso tomó en serio estas iniciativas y en el año 2000, justo a la hora de componer su tercer gabinete, creó un organigrama ocupado por cinco ministras y cuatro ministros.
Bien podría decirse que la labor de Heidi Simonis -y de otras pioneras del empoderamiento femenino en la política, como Petra Roth- pavimentaron de manera significativa el camino para Angela Merkel, Ursula von der Leyen o Anja Karliczek, todas ellas ejemplos de la evolución y modernización por la que ha pasado y pasa la vida democrática alemana. Simonis es el claro ejemplo de aquellas mujeres a quienes los alemanes llaman Power-Frau, aquellas que se hacen del liderazgo con absoluta naturalidad, que sobresalen en sus trabajos sin hacer favores ni deberle nada a nadie, que ocupan con soltura y total eficiencia áreas de común reservadas -de manera injusta y errónea- para los hombres, como tradicionalmente lo han sido la economía y las finanzas -antes de convertirse en ministra presidenta, por cierto, Simonis fungió como ministra de finanzas de Schleswig-Holstein bajo el gobierno de Björn Engholm- . En resumen, esta mujer nacida en Bonn el 4 de julio de 1943 demostró que lo único que se necesitaba para modificar este tipo de prejuicios absurdos que orbitan alrededor del poder, era hacerse con él.
Su lista de logros, por supuesto, no se limita a lo obtenido a partir de su condición como mujer inserta en el campo del servicio público. En los doce años en los que Simonis que fungió como la máxima autoridad de Schleswig-Holstein, las condiciones del Land se transformaron de manera considerable. Gracias a la reestructuración administrativa que emprendió durante su mandato, y a los esfuerzos que hizo para fortalecer la región, Schleswig-Holstein pasó de ser una economía agraria a convertirse en un estado moderno, en el que se instalaron industrias importantes pertenecientes sobre todo al área de la medicina y de la biotecnología, así como escuelas y universidades relacionadas con dichos ámbitos. De mente ágil y sonrisa y lengua aun más rápidas, Simonis se ganó asimismo el cariño y respeto de sus gobernados y las muestras de afecto que recibió de su parte habrían de continuar incluso tras su retiro de la vida pública. A la fecha todos la recuerdan como una persona auténtica, que no se mordía la lengua para decir las cosas que pensaba, pero que jamás se dejó contaminar por la arrogancia y prepotencia que tan frecuentemente se hallan en la política. No por nada en agosto de 2013 tuvo lugar una recepción oficial organizada por el gobierno de Schleswig-Holstein para celebrar su cumpleaños setenta, y apenas un año después Simonis fue nombrada miembro honorario de dicho Land, galardón que fue entregado por sexta vez desde que fuera creado y que, claro, habría de recaer por primera ocasión en manos de una mujer.
“Después de la debacle ocurrida en aquellas votaciones que terminaron con mi carrera lo que hice fue buscarme otro tipo de ocupaciones. Me he dedicado a escribir libros, por ejemplo. Creo que el ser humano cuenta con muy poco tiempo como para autocompadecerse todo el rato. Llega el punto en el que uno tiene que dejar de cargar con el pasado”, son las palabras que Simoni Heidis dijo en alguna entrevista reciente. Y en efecto, si algo hizo la ex primera ministra fue darle carpetazo al asunto. Una de las primeras cosas que realizó luego de su penosa renuncia en 2005 fue aceptar el cargo como presidenta de UNICEF Alemania, puesto que ocupó hasta 2008. Posteriormente, y como puede leerse en la cita que hemos transcrito en este párrafo, se dedicó a escribir. Y vaya que lo hizo. De su prolífica pluma han surgido un par de autobiografías, una suerte de compilación personal de cuentos de hadas y hasta un Krimi, que es la manera en la que los alemanes se refieren a las novelas policíacas. Heringstage (algo así como “días de arenque”) es el título del libro y trata sobre la investigación de una serie de crímenes ocurridos, cómo no, en las costas de su querida Schleswig-Holstein, justo en la frontera entre Alemania y Dinamarca.
No contenta con ello, Simonis también se ha dedicado un gran esfuerzo al patrocinio de diferentes proyectos emprendidos por mujeres radicadas en su Land. Asimismo, ejerció como intermediaria en el conflicto laboral que hubo a inicios de esta década entre la compañía aérea Lufthansa y el sindicato de trabajadores de la aviación, UFO. De hiperactividad indomable, Simonis coleccionó cafeteras hasta que ya no tuvo espacio en donde ponerlas, así que se vio obligada a regalarlas. También adora el canto y el baile, y probablemente siguió cantando y bailando aun luego de que le detectaran cáncer de seno en 2002. Fiel a la franqueza que siempre la ha distinguido, en 2014 declaró que llevaba dos años de batalla contra el mal de Párkinson. En todo caso Simonis allí sigue, abierta a las entrevistas, al dialogo, a la discusión. Todavía le preguntan a veces por la traición sufrida en 2005 y ella responde invariablemente, quizá sin ganas pero también ya sin rencor. En otras ocasiones habla de la necesidad imperativa de renovar a su partido, la SPD, con la incorporación de nuevos líderes, o abunda acerca de los libros que tiene en mente y que quizá todavía escriba algún día. Nunca le fallan la mirada inquieta y la sonrisa amplia.
Tras lo expuesto, queda claro que no habrá jamás una oportunidad fallida para rememorar a Heide Simonis, la primera de tres hijas concebidas por Horst y Sophia Steindhart, esa niña que se mudó de un lado a otro dentro de la geografía alemana -hasta finalmente fijar su residencia en Kiel- y que en su vida adulta, y por azares del destino, también habitaría en países tan disímiles como Zambia y Japón. Luego vendría, como ya hemos constatado, el inicio de una carrera política que cambió el organigrama político alemán para siempre. Si eso no es hacer historia, ¿entonces qué?
Carlos Jesús González (@CjChuy), en exclusiva para CAI, marzo 2018.