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Periódicos alemanes: un texto impreso vale más que mil “tuits”
Deutsche Tageszeitungen, © dpa-Zentralbild
En muchas partes del mundo los medios de información, especialmente los periódicos, sufren una baja en su calidad debido a la aparición de medios digitales tanto por su aparente gratuidad como los llamados “ciudadanos reporteros”, blogueros, tuiteros y facebuqueros, pero en Alemania todavía hay una gran resistencia gracias a grandes estructuras.
Muy pocos países tienen una amplia gama de periódicos en papel como Alemania. No solo por la cantidad, unos 600 en todo el país, sino por el tiraje y algo muy curioso: la pasión por el texto.
Cuando yo vine como corresponsal del periódico Reforma de México a Berlín, algo que me impresionó sobremanera fue la cantidad de texto en las páginas de varios diarios alemanes.
No me refiero al número de hojas o al tamaño de gran formato, sino a la proporción entre elementos gráficos y texto. Para nuestros ojos sería como ver periódicos anticuados donde todo se ve gris.
Die Seite Drei
La famosa página 3, o Seite Drei, de muchos periódicos alemanes es un reto para el lector promedio del Siglo 21: ¿me dedico a leer esto todo el día o mejor hojeo cinco periódicos más (y checo las redes sociales)? Y ya ni hablar de los periódicos semanales, cuyos textos son prácticamente libros en papel periódico. Cuando llegan al formato digital en un Smartphone o tablet tienen la indecencia de poner el número de páginas, 1 de 67. Y esto mientras en muchos otros países, como los de América Latina, prima la idea de reducir textos.
Los periódicos tradicionales se han estado acoplando a los ojos de las redes sociales, entre menos y más rápido, mejor. “Trata de decir todo en el primero o segundo párrafo, la gente no va más abajo”, decían ya desde hace una década los editores.
En Reforma había una ley de diseño no escrita que implicaba lo siguiente: si tu mano extendida cabía completa sobre un texto, había un fallo. Ningún texto podía ser tan grande como una mano. Y entonces se tenía que proceder a la solución, que es poner elementos gráficos, como una foto o una gráfica o una cita en grande, para engañar al ojo diciéndole “no te preocupes, sigue leyendo porque en realidad el texto es más corto”.
En un principio me fue muy difícil acostumbrarme a esos grandes textos. Sobre todo por el idioma extranjero. Pero ya que a lo largo de más de una década he ido conociendo a los medios alemanes, me doy cuenta que es necesario tener todos los días grandes historias que contar, muchos contextos que poner, agendas políticas o sociales que marcar.
Redes de corresponsales
Una estructura que permite la cultivación de grandes periodistas en los medios alemanes es un programa de intercambio que se ha establecido en Alemania.
El IJP, o Programa Internacional de Periodistas, se ha conformado como una institución en Alemania desde la década de 1980. Se trata de una asociación que promueve el intercambio entre periodistas alemanes con periodistas de otras regiones del mundo, como América (con sus capítulos Estados Unidos y América Latina), Europa, Asia, Oriente Medio y África del Sur.
La idea es que un joven periodista alemán de cualquier medio de información, periódico, radio, televisión u online, haga una estancia en el extranjero durante dos meses para conocer la realidad de otro país, ver su propia realidad de lejos, trabajar con periodistas y redactores del país que lo acoge, y extender una red de contactos allende sus fronteras.
Los periodistas que de otros países llegan a Alemania, como los de América Latina en el caso que nos es más cercano, hacen exactamente lo mismo, con un gran añadido: al realizar juntos una estancia en Alemania, los periodistas latinoamericanos también trabajan entre sí, con lo que paradójicamente la hermandad latina que se pregona en el continente pasa a la práctica en terreno teutón. El IJP se realiza cada año desde 1988, aunque el capítulo con América Latina comenzó en 1997. Es financiado en gran parte por el Ministerio de Exteriores de Alemania, el Auswärtiges Amt, y diversas empresas alemanas. En promedio se escoge a cinco periodistas latinoamericanos por cinco alemanes, a veces uno más, a veces uno menos, algo que depende del presupuesto anual y de la calidad de las postulaciones.
Hasta el momento ha habido 250 periodistas alemanes y latinoamericanos que han participado en este intercambio. Muchos, como yo, llegamos con la idea de tratar de poner nuestro país adoptivo en la agenda de nuestros medios. Yo logré mandar noticias de Alemania durante dos meses que, de otra forma, no le hubieran llegado a mi periódico.
Yo conocí el IJP en 2002 gracias a otro colega periodista de México, un exbecario de la anterior generación. Cuando me habló de él, mi interés por Alemania era casi lo mismo que hablar sobre los libros de Paulo Coelho: cero. No hablaba alemán, no tenía idea de las constelaciones políticas, ni me imaginaba cómo eran los alemanes; solo podía recitar de memoria los nombres del presidente y del canciller por puro conocimiento periodístico.
Me postulé y gané un lugar. Y por supuesto, mi estancia la hice hablando español e inglés. Pero Berlín como urbe y las actividades periodísticas a cubrir me fueron encantando, y ya nunca me saqué a Alemania de la cabeza. Me convertí en corresponsal de un gran diario mexicano al cabo de dos años y por un lapso de 11 años. ¿Mi objetivo? Poner a Alemania en una agenda de información más amplia y especializada que vaya más allá de los clichés y la simplicidad de información.
Del mismo modo, y para volver al tema principal de este texto, otros colegas alemanes se fueron a sus estancias en países latinoamericanos y así ponerlos en la agenda de los medios alemanes. Radio, televisión, online y periódicos tradicionales. Los alemanes que salen al mundo son en proporción muchos más que los que llegan de una región. Por un chino, un mexicano, un sudafricano, un estadounidense, un inglés, un turco y un israelí, por ejemplo, salen siete alemanes a esos países que después se convertirán en corresponsales o regresarán a sus países como reporteros de investigación o especializados en la región que cubrieron.
Y aunque los periodistas alemanes son de toda la gama de los medios de información, en los diarios se nota más su presencia porque son los lugares donde más espacio se les ofrece. En una radio y televisión, los espacios son contados en segundos y unos cuantos minutos, en los periódicos siempre habrá la forma de colocar un texto amplio, algún día en algún periódico.
Red de periódicos
Los periodistas alemanes gozan de algo que muchos otros periodistas en el mundo no tienen: la facilidad de trabajar para varios medios al mismo tiempo. Dado que hay una amplia gama de periódicos regionales y locales, y que no hay recelo entre grupos mediáticos (o que se trata del mismo grupo mediático en diferentes ciudades), un periodista alemán puede publicar el mismo texto en un diario de Berlín que en uno de Múnich.
Prácticamente cada ciudad importante en Alemania tiene su propio periódico. Y no hablo de un pasquín de 100 copias al día, sino de periódicos que tienen tirajes que varios periódicos en América Latina envidiarían. Reforma, por ejemplo, es un medio nacional. Un tiempo también hubo grupos de empresarios y de lectores que lo daban como el “periódico más importante de México” Y así lo presentaba yo en Alemania. Pero tiene un tiraje de unos 120 mil ejemplares al día, algo que no era bien visto en Alemania.
“¿Solo 120 mil copias al día?”, exclamaban las personas a las que yo entrevistaba y que querían saber el alcance que sus palabras tendrían. Y como les parecía poco, después trataban de autoconsolarse con la siguiente pregunta: “¿Pero es nacional, no?” El tiraje de Reforma podría ser “normal” en un contexto latinoamericano, pero desde los ojos de los alemanes, un país como México, con 120 millones de habitantes y pocos medios nacionales, un periódico como Reforma tendría que tener un nivel mucho más elevado de copias diarias.
De los 600 periódicos que hay en Alemania, tan solo unos 40 tienen una tirada de 120 mil o más ejemplares, muchos de ellos regionales y de ciudades importantes, pero también algunos locales, que literalmente solo en su pueblo conocen. En el resumen de la prensa escrita que hace la radio cada mañana, vienen muchas veces los nombres de algunos de diarios que de otra forma no se sabría que existen: Die Rheinpfalz, Neue Westfälische, Augsburger Allgemeine, Rheinische Post, Kölner Stadt Anzeiger, Südwest Presse…
Estos diarios no dependen de los corresponsales extranjeros, pero dan o han dado trabajo a tantos periodistas que han participado del intercambio que hace posible el IJP. Periodistas que siguen estando en América Latina o que han estado ahí y han regresado como redactores que tienen una mirada complementaria desde Alemania o que incluso tienen un ojo en el extranjero, y que siempre van a tener un espacio donde publicar alguno de los temas que les interesan y que no van a ser los clichés de siempre.
Red de redes, anulada
El periodismo en Alemania sigue siendo un oficio que, a pesar del propio detrimento que vive en su país, mantiene mejores pagos y espacios para contar historias que en otros países.
La libertad y las opciones que tienen los periodistas para publicar cualquier cantidad de historias, es enorme. Muchas veces hay que seguir una agenda mediática, pero ahora que trabajo para el capítulo de América Latina del IJP puedo ver que cada propuesta de historia que cada uno de los cinco periodistas alemanes que viaja a Chile, Argentina, Brasil, Perú, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Colombia, América Central o México, termina siendo publicada. Y todo esto impide a su vez que se abra espacio a ese otro periodismo ciudadano, ergo amateur, al que se abren otros medios, que es breve, simplista, gratuito, y que distrae de las grandes historias en toda la extensión de la palabra.
Yaotzin Botello (@YaotzinBerlin), en exclusiva para CAI, septiembre 2018.
Yaotzin Botello (@YaotzinBerlin) es un periodista mexicano radicado en Berlín. Trabaja como redactor para la televisión pública alemana Deutsche Welle y colabora con medios mexicanos.