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Alemanes que hacen historia/Herbert Grönemeyer

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De tener que equipararlo con una palabra, Herbert Grönemeyer (Göttingen, Baja Sajonia, 1956) definitivamente sería la persistencia. Su biografía lo revela como un ser incapaz de rendirse. Tanto es así, que si nos atreviésemos a utilizarlo como protagonista de metáforas arbitrarias, su figura correspondería a la del salmón que nada a contracorriente en la cascada; o la del loco enamorado que, pese a la lluvia, continúa la serenata bajo el balcón de su amada; o la del maratonista que no se detiene hasta cruzar la línea de meta, aunque sea con un pie tullido y la presión sanguínea situada en niveles alarmantes. Esta renuencia a tirar la toalla apela a una fuerza especial, pocas veces vista. También en ella se halla, por supuesto, algo tan irracional como lo puede ser el amor por la música, pero incluso éste tiene fecha de caducidad si no es impelido por una tenacidad ciega.

En todo caso, en la vida de Herbert Grönemeyer (HG) son constantes los momentos en los que su perseverancia fue puesta a prueba. Ahora, por ejemplo, cualquiera puede reírse del hecho, pero ni siquiera el artista más seguro de su propio talento tomaría a la ligera el que su disco debut, además de un fracaso en ventas, ganara algo tan bochornoso como el premio a la peor portada del año. Esto le ocurrió a Grönemeyer con su álbum homónimo de 1979. Honestamente, no cualquiera se recupera de un golpe así. De hecho es probable que en esa difícil época de juventud más de un amigo o un familiar lo haya aconsejado en dejar el negocio de la música y concentrarse en sus consabidas dotes como actor. “La verdad es que a mí tu voz sí me gusta, pero…” o “hay demasiada competencia en ese sector y tú eres un histrión nato”, son argumentos que habrá escuchado más de una vez. Pero él se hizo de oídos sordos. Se negó a que nada o nadie se interpusiera entre su deseo y él. Incluso fue capaz de aguantar en el propósito durante tres discos más, tres discos que fueron recibidos con tibieza -por no decir con frialdad- y que le tomaron cinco años de su vida. Por si fuera poco, en 1981 obtuvo un papel importante en Das Boot, película de Wolfgang Petersen que gozó de la aclamación universal -obtuvo seis nominaciones al Oscar, entre decenas de reconocimientos más- con lo que, de haber querido, su carrera como actor hubiese despegado como un cohete. Pero HG quería ser músico, así que siguió y siguió hasta que Bochum 4530 llegó a las tiendas discográficas en 1984. Quizá sin que nadie lo esperara “Bochum”, como sus fanáticos llaman cariñosamente al disco, le voló la cabeza al mundo germano entero y lo colocó en la estratósfera de los artistas más vendidos. Dicho álbum marca además el inicio de Herbert Grönemeyer como un artista pop-rock exitoso, uno que con el paso de las años acabó por transformarse un fenómeno musical sin comparación en la industria musical alemana. Después de todo el tiempo le dio la razón: valió la pena ser un necio incontrolable.

La prueba más difícil

Du hast jeden Raum mit Sonne geflutet/Hast jeden Verdruss in Gegenteil verkehrt: “inundaste cada habitación con el sol y revertiste cada disgusto”. Estas líneas pertenecen a Der Weg, “el camino”, una de las canciones pertenecientes a Mensch, de 2002, considerado el mejor álbum de HG y el de mayor éxito comercial. De hecho al haber conseguido la apabullante cifra de 3.15 millones de unidades vendidas -traducidas en 21 discos de oro- continúa siendo a la fecha el disco más vendido en la historia de Alemania. Por encima de Queen, Michael Jackson o los Beatles. Y si esto no fuera suficiente, Bochum 4630, el álbum que hemos mencionado anteriormente, ocupa el tercer lugar de este exclusivo listado -el segundo lo tienen los suecos de ABBA-, al haber sido adquirido por más de 2.75 millones de personas.

Lo que no todo el mundo sabe es que detrás de Mensch se encuentra un relato de lo más agridulce. Por un lado significó el regreso de Grönemeyer al ojo público luego de casi cuatro años de ausencia, pero por el otro cada melodía y cada letra de las once que conforman el álbum recuerdan que la razón de su retiro fue el trágico fallecimiento de su esposa, Anna Henkel, y de su hermano, Wilhelm Grönemeyer en 1998, ambos provocados por el cáncer y con apenas unos días de diferencia. Der Weg es escrita precisamente para honrar la memoria de Anna, la mujer que fue primero su novia en pantalla -en la cinta Uns reicht das nicht, de 1978- antes de convertirse en su pareja en la vida real y a la postre en madre de sus hijos, mientras que el resto de composiciones giran alrededor de temas como la pérdida, la confrontación de la angustia y otras cuestiones de índole existencial. De acuerdo a la confesión que el propio HG brindó hace unos años a la revista Der Spiegel, Mensch “trata acerca de llegar a un acuerdo con las cosas. Quieres alejarte de dolor pero no puede hacerlo como si se tratara de un montón de basura que desechas. No funciona de esa forma, y pienso que tal vez es mejor que sea así”.

Por lo que respecta a Mensch, el tema que presta su nombre al disco, podría calificarse ya como un himno del rock-pop germano. Fue el primer número uno de HG en los chartsalemanes y allí permaneció durante cinco semanas. Incluso el propio Bono, del grupo U2, lo ha interpretado en conciertos en directo -generalmente en su versión en inglés- y es sin duda la canción más reconocible del cantante alemán. Grönemeyer compuso Mensch en compañía de Alex Silva, el productor del disco, mientras que el prestigiado cineasta y fotógrafo Anton Corbijn se encargó de dirigir el ocurrente videoclip que la complementa. El dato viene a cuento porque tanto Silva como Corbijn se transformaron rápidamente en los mejores amigos de Grönemeyer cuando éste decidió mudarse con sus dos hijos a Londres tras la muerte de su esposa. La decisión de cambiar de lugar de residencia fue un intento por sobrellevar el duelo fuera de los reflectores, aunque a la larga la capital británica se convirtió en el lugar en el que suele estar cuando no se halla en Alemania por cuestiones laborales o de tipo personal.

Trayectoria sólida

Son catorce ya los discos de estudio grabados por HG. Ciertamente, el célebre músico ha dejado de ser el joven delgado y de cabello lacio que pretendía comerse al mundo. Quizá, y por cuestiones que tienen que ver más con los hábitos de los consumidores musicales actuales que con sus habilidades como compositor, en el futuro se antoja complicado que HG emule el éxito alcanzado por Männer, Flugzeuge im Bauch, Bochum o la simpática Currywurst, todas ellas consideradas canciones de culto, por no llamarlas directamente clásicos de la cultura popular. Entre ellas habría que citar también a Nackt im Wind, con la que en 1985 logró reunir a la crema y nata de las figuras del pop en lo que sería la aportación germana al proyecto Live Aid, y Zeit, das sich was dreht, tema que creó para el Mundial del Fútbol Alemania 2006 y que interpretó frente a millones de personas en la ceremonia de apertura.

Hoy en día las cosas parecen ser un poco distintas. Las intenciones por obtener fama y reconocimiento hace mucho que dejaron de ser prioridad en la vida de Herbert Arthur Wiglev Clamor Grönemeyer. A sus 61 años, puede mirar hacia atrás y respirar aliviado. Se ha ganado por derecho casi todo: el sentirse un poco alemán, un poco inglés y un mucho de todo el mundo, y también el dejar la música cuando le da la gana para dedicarse a su familia o para invertir su talento en otro tipo de proyectos. Entre ellos están, por ejemplo, los conciertos que ha dedicado una y otra vez para contrarrestar al racismo y la intolerancia, para paliar el hambre en regiones necesitadas o, más recientemente, su asunción como embajador de Afghanischefrauen Verain, organización fundada en 1992 que provee de medicinas, agua potable y educación a habitantes de este conflictivo país.

Nada de esto habría sido posible si, como deseó en algún momento, HG se hubiese dedicado profesionalmente al futbol, deporte que ama con locura o si, en un ataque de supuesta sensatez, hubiese continuado la carrera de leyes que empezó a estudiar y que abandonó a medio camino. Para el goce de sus millones de fanáticos, Herbert Grönemeyer eligió el sueño correcto y, como ya hemos mencionado, luchó por él como un energúmeno. Con esa singular y envidiable certeza de los que no nacieron para claudicar.

Sitios de interés:

Página oficial: http://www.groenemeyer.de/

Video oficial de Mensch: https://www.youtube.com/watch?v=kWbN3-6o3WQ

Trailer de la película Uns reicht das nicht: https://www.youtube.com/watch?v=hQM0BQb8WSQ

Carlos Jesús González (@CjChuy), en exclusiva para CAI, noviembre 2017.

Carlos Jesús González. Periodista y escritor mexicano. Vive en Berlín desde 2006, donde labora como corresponsal de CAI y como colaborador free-lance de diferentes medios mexicanos y alemanes. Tiene un especial interés por los temas culturales y políticos. Es amante absoluto del cine, la literatura y la agitada vida berlinesa.

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