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La República de Berlín/El verano y la música

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Zirahuen Villamar - En aquellas regiones donde las estaciones sí que se hacen presentes, donde el frío del invierno será remplazado por cálidos y largos días en el verano, la vida tiene una marcada actividad intra y extra muros. Alemania es así. Berlín no podía no serlo. Y con el verano llegaron los conciertos al aire libre.

Der Sommer, el verano. Astronómicamente, en el hemisferio norte comienza alrededor del 21 de junio, sí. Pero el verano meteorológico se adelanta unas semanas, y con él las expectativas de los que acá vivimos. En Alemania –país que sí tiene sentido del humor, y un día contaré más de eso– esta estación es tema de bromas: “verano es la semana más bonita del año” o “este fin de semana habrá 30 grados: 15 el sábado y 15 del domingo”. Pero las ocasiones en que el sol brilla, calienta y no llueve, Alemania enamora más que de costumbre.Durante el verano lo que uno quiere es estar a la intemperie. Pregunten a los estudiantes universitarios cuánto les gusta el mes de agosto, encerrados en salones de clase presentando los últimos exámenes o en bibliotecas preparando los trabajos finales del semestre. Algo así sucede con la música de concierto o clásica. En esta temporada se desarrolla el Beethovenfest en Bonn, el Young Euro Classic y el Festspiele-Musikfest en Berlín; o la famosísima ópera de Bayreuth centrada en óperas de Wagner.

Sin embargo, y por suerte, algunas orquestas comparten con nosotros el gusto por los recitales extramuros. Un par de ellas muy famosas y muy queridas en Berlín, cuyo denominador común es su director: el “global” Daniel Barenboim –y ahora verán por qué del adjetivo que elegí. Nacido en Argentina, Barenboim es un pianista virtuoso, realmente un niño prodigio, y reconocido director de orquesta.

Mantiene desde hace décadas una relación muy cercana con Alemania. A partir de 1992 es Director Musical de la Ópera Estatal de Berlín (Staatsoper Unter den Linden) y de la Orquesta Estatal de Berlín (Staatskapelle, cuyos orígenes datan de 1570) de la que en 2000 fue nombrado director vitalicio. Pero el maestro Barenboim es mucho más que un personaje de la música. Por su compromiso por la paz en el conflicto árabe-israelí, en 1999 fundó junto al filósofo palestino-estadounidense Edward Said el proyecto Orquesta del Diván de Diván Occidente-Oriente (West-Eastern Divan Orchestra). Una orquesta formada por jóvenes israelís y árabes (no solo palestinos) que busca el contacto cotidiano alrededor de un interés común, la música, y da ejemplo de convivencia y comprensión intercultural.

La Orquesta toma su nombre de una antología de poemas West-östlicher Divan de Johann Wolfgang von Goethe (sí, al que hace homenaje el famoso Instituto Goethe de Alemania). El primer encuentro de la Orquesta tuvo lugar en Weimar, ciudad donde Goethe vivió –y hoy su casa aloja un maravilloso museo dedicado a él. La Orquesta es todo un símbolo de diálogo de culturas, y ha recibido apoyo de varios gobiernos, además de ser un conjunto de gran calidad musical. El gobierno español encabezó en 2004 la iniciativa mundial Diálogo de Civilizaciones, luego adoptada por la Organización de las Naciones Unidas como Alianza de Civilizaciones (2007); y la Orquesta de Barenboim y Said simboliza ese esfuerzo (aunque no han faltado duras por detractores también israelís y árabes).

Anécdotas aparte –y vaya que las hay– Daniel Barenboim tiene cuatro pasaportes: el argentino de nacimiento, israelí (país donde fue a vivir a los 10 años de edad), palestino en honor a su trabajo en favor de la paz, y español por esa misma razón. Barenboim y su trabajo musical es muy querido en Berlín. Este verano vi dos muestras de ello en idílicos escenarios al aire libre.

Como cada año, Barenboim y la Staatskapelle ofrecen un concierto gratuito en la plaza Bebel –otro día les cuento sobre ese sitio– sobre la avenida Unter den Linden, en el corazón histórico prusiano. Rodeado por los imponentes edificios de la Universidad Humboldt de Berlín, la Biblioteca Estatal de Berlín y el teatro de la Ópera Estatal, el pasado 9 de julio 40 mil personas disfrutaron de la décima edición del SOFA (Staatsoper für alle, “Opera estatal para todos”). El programa incluyó el concierto para violín en re menor, op. 47 de Jean Sibelius, con la solista georgiana Lisa Batiashvili, y la tercera sinfonía, op. 55 de Ludwig van Beethoven, “Eroica” (sí, sin hache).

Es difícil describirlo por tratarse de algo tan subjetivo, pero uno puede notar el aprecio de las y los berlineses a Barenboim por las ovaciones. Cuando el público pidió un bis (una Zugabe en alemán), Barenboim tomó un micrófono y explicó que esta ocasión no había otra pieza de obsequio, porque quienes conocen la sinfonía saben que no se puede tocar nada más después. Pero prometió que el año siguiente tocarán dos bises, el de este año y el del próximo. El público rio, lo tomó muy bien. Y lo pude confirmar a juzgar las filas de personas que se acercaron al costado del escenario para saludarlo y regalarle flores.

La segunda vez fue en la Waldbühne, el teatro del bosque, a las afueras de Berlín (detrás del famoso Estadio Olímpico), un enorme hemiciclo escarbado en la espesura. Ahí Barenboim y la Orquesta del Diván se presentan cada verano, y es ya una tradición. También para los políticos de la Berliner Republik: hace dos años entre el público estaba el Ministro Federal de Relaciones Exteriores Frank-Walter Steinmeier, el año pasado el Ministro Federal de Finanzas Wolfgang Schäuble, y este año el Alcalde de Berlín, Michael Müller. Lo interesante es notar su llegada porque el público les aplaude.

Ante 20 mil asistentes, esta vez la solista fue la pianista argentina Martha Argerich con el concierto para piano no. 1 de Friedrich Liszt. La segunda parte del programa fue una selección de obras de Wagner –el polémico compositor cuyas opiniones nacionalistas en el siglo XIX fueron utilizadas en el siglo XX por el nacionalsocialismo. La programación era un claro mensaje político de Barenboim y la orquesta a Alemania: el director judío y los músicos israelíes y árabes (algunos países de donde provienen refugiados solicitando asilo) interpretan magistralmente obras con una carga histórica importante, consideradas por algunos como esencia de “lo alemán” (si eso acaso existe).En Alemania hay conciencia de la importancia histórica y el peso político que la música de concierto, tiene en el país. Como activo cultural, es una de las mayores aportaciones al mundo. Y es también un poderoso instrumento de política exterior.
En abril pasado el Ministerio Federal de Relaciones Exteriores realizó una conferencia internacional sobre de política cultural exterior: Menschen Bewegen. El discurso de clausura del Ministro Steinmeier subrayaba el deseo alemán de usar la cultura no como fuente de diferenciación (nuestra cultura versus la de los otros), sino como instrumento para tender puentes entre Alemania y otros países, y también entre terceros países.

Con ese marco, no es difícil comprender por qué hace unas semanas en el Día de Puertas Abiertas del Gobierno Federal, el Ministerio de Exteriores presentó un cuarteto de estudiantes de la Academia Barenboim-Said, escuela de música radicada en Berlín con apoyo del Ministerio y otros patrocinadores privados. La Academia empezó a funcionar en 2015 dirigida por Michael Naumann, ex Secretario de Cultura del gobierno alemán. Tendrá su sede en el mismo corazón histórico berlinés: detrás de la Ópera Estatal –y solo casualmente, a dos cuadras del Ministerio de Exteriores– se está construyendo su sala de conciertos. La sala que lleva el nombre Pierre Boulez (un compositor y director de orquesta francés, recién fallecido en enero pasado) fue diseñada por el arquitecto Frank Gehry, fue presentada al público el 12 de septiembre. El concierto inaugural será el 4 de marzo de 2017.

Hace unos meses, en la barda que circundaba esa construcción había un enorme letrero con una cita de Barenboim: “Con cada interpretación de Bach o Beethoven en el extranjero también se lleva al mundo una idea de la cultura alemana, y eso es mucho más sustentable y bello que la exportación de armas”. En estos tiempos donde en la República de Berlín, como hace 100 y 80 años, resuenan ecos nacionalistas y de choque de civilizaciones, el ejemplo del trabajo de Barenboim y Said por el diálogo y el entendimiento a través de la música puede orientarnos a todos.

Enlaces:

Orquesta del Diván Oriente-Occidente, video de Euronews:
https://www.youtube.com/watch?v=4zikDf7GH5w

Staatsoper für alle, video de la Staatsoper Unter den Linden:
https://www.youtube.com/watch?v=Jf_S4UGL7G8

Impulsar a la gente (Menschen Bewegen), video del Ministerio Federal de Relaciones Exteriores: https://www.youtube.com/watch?v=qfhitTJoiws

Día de Puertas Abiertas en el Ministerio Federal de Relaciones Exteriores, video de deutschland.de
https://www.youtube.com/watch?v=-ECXdod8FYA

Zirahuen Villamar, en exclusiva para CAI, septiembre 2016.

Zirahuén Villamar nació en la Ciudad de México, donde trabajó para una Fundación Política alemana; hoy escribe su tesis doctoral sobre política exterior germana en la Universidad Libre de Berlín. Disfruta la intensidad cultural y política berlinesas, se considera afortunado de ser testigo de estos años interesantes.

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