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60 años del Bundesbank

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dpa/Fráncfort-Berlín - "Guardián de la divisa", "refugio de estabilidad", "ejemplo para los bancos centrales del mundo": durante décadas, el Bundesbank se hizo con un nombre internacional. Ahora, 60 años después de sus inicios sigue contando con gran confianza entre los alemanes, aunque su influencia sea menor en tiempos del euro.

La confianza inquebrantable de los alemanes en su banco central es legendaria. "No todos los alemanes creen en dios, pero todos creen en el Bundesbank", destacó en 1992 el francés Jacques Delors, entonces presidente de la Comisión Europea.El banco central de la aún joven República Federal de Alemania nació en el verano boreal de 1957, como sucesor del Reichsbank, que se disolvió al terminar la Segunda Guerra Mundial.

La institución con sede en Fráncfort se marcó como firme objetivo trabajar por la estabilidad del marco alemán, consciente de los miedos que despertaba entre la población tener una inflación elevada, después de la hiperinflación vivida durante la República de Weimar en la década de los 20. Aún se recuerdan las imágenes de la gente portando maletas llenas de billetes para poder comprar el pan.

Pero con la creación de la zona euro, la influencia del Bundesbank mermó. Desde 1999 el Banco Central Europeo (BCE) es el encargado de velar por la estabilidad de precios y de imponer la consecuente política monetaria y de tipos de interés.

"El Bundesbank ya no es lo que era pero el mito persiste en su esencia", declaró hace diez años el antiguo presidente del Bundesbank Karl Otto Pöhl, en el 50 aniversario del banco.

"En el momento en el que se pasó del marco alemán al euro, el Bundesbank perdió su principal función: velar por la estabilidad de su propia divisa", constata hoy Otmar Issing, economista jefe del Bundesbank en los 90 y posteriormente del BCE. "Esto fue en un primer momento, como es natural, un fuerte shock cultural", recuerda el economista.

Sin embargo, el Bundesbank logró permanecer "como una voz de estabilidad en el mundo de la unión monetaria", opina Issing, que participó en el borrador de la estrategia de política monetaria del BCE en 1998.

Un ejemplo de ello es su presidente, Jens Weidmann, que desde mayo de 2011 no se cansa de advertir de los riesgos y efectos secundarios de la política monetaria ultraexpansiva del BCE. La gran cantidad de dinero barato de la entidad europea puede "ser adictiva (...) como una droga", afirmó el antiguo asesor económico de la canciller Angela Merkel.

De acuerdo con los economistas, Weidmann es un "peso pesado en el ámbito argumentativo" dentro del consejo de Gobierno del BCE. "Alemania representa el 26 por ciento de la economía de la eurozona y en este sentido se escucha con atención lo que dice el presidente del Bundesbank y se toma en serio también", explica el directivo del banco central alemán Carl-Ludwig Thiele.Sin embargo, la perseverante oposición de Weidmann se asemeja a veces a una batalla contra molinos de viento, puesto que si bien el presidente del Bundesbank representa a la mayor economía de Europa, tiene un solo voto al igual que los otros 18 países que componen la eurozona.

La principal tasa de interés en su mínimo histórico de un cero por ciento, la penalización para los bancos que depositen su dinero en el BCE y, sobre todo, un programa millonario de compra de deuda pública y de empresas son decisiones del BCE que desatan gran controversia en Alemania.

No obstante, el banco federal alemán no participa en especulaciones. Lo mejor para Alemania es que las cerca de 9.800 personas que trabajan en el Bundesbank en todo el país puedan hacer su trabajo sin ruido.

"El Bundesabank gestiona 80 millones de pagos al día, por ejemplo", explica Thiele. "Sin el Bundesbank no funciona nada en Alemania. Si no se pagan las pensiones, si no se pueden pagar las prestaciones por desempleo, si no se pueden comprar mercancías porque se interrumpe el tráfico de pagos o el suministro de dinero en efectivo, entonces se reconocerá el trabajo del Bundesbank", agrega.

(c) Deutsche Presse Agentur GmbH, julio 2107.

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