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Johannes Brahms: pasiones, mitos y verdades
DW - Johannes Brahms fue gran amigo de Schumann y eterno enamorado de la mujer de éste. Él nunca habría imaginado que una escritora chilena, tataranieta de los Schumann, terminaría escribiendo una novela sobre su vida.
Deutsche Welle: ¿De qué manera enfocó la investigación?
Elizabeth Subercaseaux: Lo primero fue acercarme a su historia personal e investigar quiénes fueron sus padres, sus hermanos; cómo fue esa vida miserable en los arrabales de Hamburgo cuando era un niño. Enseguida me concentré en sus primeros fracasos en Alemania que lo llevaron a irse prácticamente para siempre de su país. Y finalmente en su larga vida en Viena, donde lo ayudaron y acabó siendo aclamado como uno de los más grandes compositores de la historia.
Deutsche Welle:¿Qué lugares recorrió y qué fuentes consultó para documentarse?
Elizabeth Subercaseaux: Leí sus biografías, fui muchas veces a Viena para recorrer sus calles, ir a la Ópera, ver "Fidelio”, que era la ópera que a él más le gustaba, ver si todavía estaba la tiendecita donde compraba sus sardinas al frente de la Ópera, visitar los lugares donde comía o aquellos que se parecen a éstos. Fui a Baden-Baden donde alquilaba todos los años un par de piezas para estar cerca de la casa de verano de Clara. Leí todas sus cartas. Escuché toda su música. Aprendí a tocar el piano yo misma para acercarme más a él y a los Schumann. En fin, durante ocho años no hice más que vivir, conversar y relacionarme con Robert, Clara y Johannes. Fueron mis amigos. Y yo, su confidente.
Deutsche Welle: ¿Qué aspectos interesantes o menos conocidos del hombre y del músico descubrió?Elizabeth Subercaseaux: Descubrí que, al contrario de lo que la gente cree, era un hombre generoso, amistoso, un gozador de la vida, de la buena comida, los pasteles, la cerveza y el café turco. Cómo músico fue también generoso. Si le gustaba la composición de un músico joven, lo primero que acudía a su cabeza era la manera de ayudarlo. La envidia fue un sentimiento muy alejado de su alma, siempre. Nunca dejó de creer y tener una inmensa fe en su propio genio, y nunca tuvo el menor problema para ayudar a quienes se le acercaron en busca de crítica o consejo. El mismo vivió agradecido por la generosidad con que Robert Schumann lo trató. Las debilidades de Brahms hay que encontrarlas en la huella que dejó en su alma la pobreza que vivió cuando niño. Allí se encuentran sus complejos y su talón de Aquiles.
Deutsche Welle: ¿Qué fue lo más difícil al escribir este libro; cuánto de novela y de biografía tiene?
Elizabeth Subercaseaux: La verdad es que no me costó escribirlo porque ya había escrito la vida de los Schumann y de cierta forma estos dos libros se miran, actúan como espejo el uno del otro. Esta es una novela histórica y la ficción está dada en la animación de los personajes, su habla, la manera como se comunican, su pensamiento. Pero los hechos son reales.
Deutsche Welle: ¿Cuál fue la mayor pasión de Brahms?
Elizabeth Subercaseaux: No voy a decir la música porque eso se da por descontado, pero aparte de la música su mayor pasión fue siempre la naturaleza, los bosques, los cerros, los parques, las praderas, los ríos, el mar –al cual le tenía terror–, las tormentas.
Deutsche Welle: ¿Viene algún nuevo proyecto sobre un músico?
Elizabeth Subercaseaux: No. Ahora estoy escribiendo una novela basada en la historia de Chile en el siglo XIX. Me cambié de continente, de lengua y de cultura.
Deutsche Welle/Victoria Dannemann (ERC), octubre 2016.