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Emil Krebs – El políglota

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CAI (g) - En una imagen, de ser ello posible, el retrato de una persona que amaba los idiomas como pocas.

CAI (g) – Una anécdota sobre Emil Krebs cuenta que estando en una reunión, repentinamente, se retira de la conversación central, se dirige a 2 hombres que hablaban entre sí al fondo del salón, se presenta ante ellos con cierta torpeza y segundos después los abandona –y a todos los presentes también- con un gesto de desconcierto. No pudo establecer el origen geográfico de ambos personajes con sólo escucharlos hablar, tuvo que irles a preguntar de dónde venían: Krebs no sabía aún armenio. Tardó entre dos y cuatro semanas en aprenderlo.

Al salir de la reunión –y así concluye la anécdota- su hambre por los idiomas lo obligó a pedir ese mismo día, mediante un telegrama a la biblioteca de la Universidad de Leipzig, un libro sobre gramática armenia, algunas novelas modernas escritas en armenio y unos cuantos textos antiguos sobre literatura eclesiástica del mismo país. De forma autodidacta –como en la mayoría de las 100 lenguas que conocía (68 de ellas con total dominio hablado y escrito de ellas)- aprendería en este caso también un idioma más.En una imagen, de ser ello posible, el retrato de una persona que amaba los idiomas como pocas. Y es que este 2017 se celebran 150 años de su nacimiento (un 15 de noviembre de 1867) y desde el Ministerio Federal de Relaciones Exteriores, donde laboró gran parte de su vida, recuperamos su memoria.

Es más, la diversidad lingüística actual de la Unión Europea sería, sin duda alguna, del gusto de Emil Krebs. Hace 120 años no existía aún la Unión Europea y la “Oficina de Idiomas” dentro del Ministerio de Exteriores alemán tenía a un solo empleado en su plantilla, se trataba del mismísimo Emil Krebs y con él bastaba para traducir casi todas las lenguas actuales de la UE. Hasta la fecha, él es uno de los más grandes milagros en la historia humana del aprendizaje y la pasión por las lenguas, al grado que su don políglota ha sido estudiado por el Centro de Estudios Cerebrales de la Universidad de Düsseldorf.

Esta capacidad para aprender idiomas se manifestó ya desde pequeño. En el colegio estaba inscrito en todos los idiomas entonces enseñados (latín, griego, francés y hebreo) y no satisfecho con ello aprendería por sí solo inglés, italiano, español, ruso, polaco, árabe y turco. Para 1887, al término de los estudios de bachillerato–y con apenas 20 años- dominaba 12 lenguas distintas. El estudio, en época universitaria, de las culturas e idiomas orientales –específicamente de China-, junto con su vasto dominio de otras culturas (pues para un joven como Emil Krebs el mundo se conocía mediante los libros: Su biblioteca llegaría a contener más de 5,700 libros en 120 idiomas distintos) le abriría las puertas al servicio diplomático.

El 30 de septiembre de 1893 entra al Ministerio de Exteriores alemán en calidad de pasante de derecho –había estudiado Leyes y Teología en la Universidad- y es enviado, como intérprete, a la delegación diplomática en Pekín. Aquí transcurre una parte central de su vida profesional y es aquí también donde su amor por China se afianza, al grado que será en Shangai donde contraiga matrimonio con Amande Heyne en 1913. Otra anécdota, contada por su cuñada, lo recordará paseándose por su casa, en medio de pilas y pilas de libros, con un kimono de intenso color vino y un libro entre las manos, murmurando algo en algún idioma, siempre.Con la ruptura de las relaciones diplomáticas entre Alemania y China, Emil Krebs debe volver a Berlín en 1917 y se concentra -en la medida de sus posibilidades- aún más en el estudio de otros idiomas y dialectos (vasco, birmano, javanés, albano, armenio, noruego, persa, urdu así como lenguas muertas tales como sumerio, asirio y babilonio, entran a formar parte del universal cerebro de Krebs). En 1921 se le nombra director del departamento de mensajes cifrados dentro del Ministerio y dos años más tarde realiza también tareas de traducción para la ya establecida Oficina de Idiomas del Servicio Exterior. El entonces director del servicio de idiomas diría de él: “Krebs cuenta por 30 diplomáticos nuestros”.

Un refrán en español dice que el “genio y figura hasta la sepultura“. Con Emil Krebs no podía suceder distinto: Moriría un 31 de marzo de 1930, por un ataque al cerebro, mientras realizaba una traducción en su cubículo dentro de la Oficina de Idiomas del Ministerio de Relaciones Exteriores en Berlín.

© CAI (gordillo), con información del Auswärtiges Amt, abril 2017

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