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Un búnker en Hamburgo ahora produce energías limpias

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A 20 minutos del centro de la ciudad alemana de Hamburgo se puede observar una inmensa mole gigante de acero y concreto que sobresale de de las demás construcciones. Se trata de la única construcción que quedó en pie tras el intenso bombardeo que sufrió esta ciudad-puerto germana por parte de las fuerzas aliadas durante la Segunda Guerra Mundial.

El búnker fue construido entre 1942 y 1944 de 80,000 toneladas de concreto y acero, como refugio antibombardeo para unas 10,000 personas. Finalmente en 2009, los ciudadanos decidieron mediante un plebiscito, re-estatizar la provisión energética que estaba desde los años 90 en manos privadas, y a partir de esto también se decidió darle un nuevo destino al búnker en ruinas.

Gracias a una inversión cercana a los 30 millones de euros, el municipio y la compañía Hamburg Energía reconvirtieron el antiguo refugio bélico en una moderna planta de generación energética con paneles fotovoltaicos en su techo, un enorme biorreactor en su interior que convierte la basura en biogás, equipos transformadores y un buffer con capacidad para almacenar 2.000 m3 de gas metano. En esta planta también se puede procesar y almacenar la energía solar que generan miles de hogares con paneles fotovoltaicos en sus techos, para ser volcada nuevamente a la red en cuanto sube la demanda.

Alemania se posiciona hoy como uno de los países más avanzados en la ‘descarbonización’ de su economía, a través de su política de reducción de emisiones y de desarrollo de las energías renovables. Actualmente, la potencia europea atraviesa un proceso de transición energética o energiewende, que tiene tres pilares. Uno es la transformación del modelo de negocios desde las grandes centrales energéticas hacia la generación descentralizada de energía en cada hogar. El segundo, la fijación de metas concretas de reducción de emisiones (de gases de invernadero) por parte de los gobiernos nacionales y locales. Y la participación de los ciudadanos que, generando energía en sus propias casas.

Texto original

CAI (k) con información de El Cronista, a 5 de julio 2017.

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