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"Es la indolencia y no el miedo lo que frena a una sociedad a actuar", Natalia Orozco

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Carlos Jesús González - Ha sido en la tercera edición de Panorama Colombia (23 a 26 de marzo de 2017), el festival de cine colombiano de Berlín, en donde tuvo lugar la premiere europea de "El silencio de los fusiles", cinta que dio mucho de qué hablar luego de que inauguró la edición 57 del Festival Internacional de Cartagena de Indias.

Razones no faltan: La película hace un esfuerzo concienzudo por mostrar las negociaciones que se dieron entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia –mejor conocidas como las FARC- para lograr los acuerdos de paz, mismas que tuvieron lugar de 2012 a 2016.

Durante esos cuatro años, la periodista y realizadora, Natalia Orozco, se mantuvo cerca de los principales actores de las partes involucradas, incluidos el presidente Juan Manuel Santos y Timoleón Jiménez “Timochenko”, jefe del Estado Mayor de las FARC. “En la cinta sólo se muestra el veinte por ciento del material filmado”, nos cuenta Orozco desde una de las salas del Babylon, mítico cine berlinés que año con año recibe a las audiencias de Panorama Colombia. Luego hace una pausa y continúa: “es sólo que quizá Colombia no esté aún lista para escuchar algunas de las historias que se filmaron, habrá que guardarlas para el futuro… como dijo Max Weber: ‘hay dos tipos de ética: la de los principios y la de la responsabilidad’ y yo me decanté por la segunda”.

Ética es, sin duda, uno de los conceptos que Orozco tuvo que preservar a todo momento durante la filmación y el montaje de un filme que no únicamente muestra lo complejo que ha sido este largo y terrible conflicto, sino los oscuros entresijos que guarda la naturaleza humana. Aquí sus palabras:

CAI: ¿Fue fácil emprender este camino?

Natalia Orozco: En algunas situaciones sí, en otras no. Creo, por ejemplo, que a mis co-productores franceses les costó trabajo dimensionar lo que estábamos haciendo, la importancia de este momento histórico. Otro co-productor fue RCN, un medio opuesto al proceso de paz y tampoco me lo hizo fácil, así que me quedé sin nada a la mitad del trayecto. Fue difícil. Pero, por fortuna, luego fue posible culminar con el proceso. El problema con Francia es que los medios se quedan en Francia y así fue que el montaje, por ejemplo, se intentó hacer allí en un principio pero definitivamente no funcionó. Por suerte conseguimos a un montador fantástico franco-colombiano llamado Etienne Boussac quien, entre otras películas, montó El abrazo de la septiembre. Hizo un trabajo estupendo.

CAI:Supongo que tu obstinación con el proyecto ayudó a concretizarlo…

Natalia Orozco: Supongo que sí. Fue complicado en algunas partes, entre ellas, como ya lo mencioné, el montaje. Se tuvieron que hacer decisiones. Capturamos secuencias muy lindas que tuvimos que tirar a la basura. En la sala de montaje nos dimos cuenta de que algunas tomas con dolly o más estilizadas no debían usarse. Era complicado estetizar, por decirlo de alguna manera, a las FARC, por lo menos en ese momento. El uso de la luz, el movimiento de cámara, todo eso contamina la imagen, para bien o para mal. Me costó mucho trabajo tomar la decisión de eliminar ciertas secuencias y limitar la mayor parte del documental a talking heads, a gente que rinde testimonio. Necesité una semana para digerirlo. Algo parecido sucedió con la música. Es muy linda y se había escrito sobre imágenes, pero al final la retiramos en por lo menos un ochenta por ciento, en aras de entregar un documento lo más honesto posible.

CAI: ¿Consideras que esa sobriedad va acorde con el cariz un tanto informativo, casi didáctico, que tiene tu película? Creo que por lo menos funciona un poco de esa manera con los espectadores que no somos colombianos…

Natalia Orozco: Sí. La idea era que quedara un documento que funcionara para las futuras generaciones, independientemente de si se firmaban o no los acuerdos de paz, que capturara lo sucedido en estos cuatro años decisivos para Colombia. Todavía no podemos decir si esto funcionó para bien o para mal, pero sí fue un momento decisivo. Tal vez por lo mismo traté de ser lo más respetuosa posible. No busqué la objetividad porque no creo en la objetividad, menos como periodista y documentalista que soy, pero sí hicimos un esfuerzo por ser muy transparentes y honestos. Como ya dije, yo estaba enamorada de la música que Alejandro Ramírez hizo para la película pero el equipo me convenció de que había que quitarla. Hicimos, por ejemplo, el ejercicio de lo que eran las FARC pidiendo perdón con música de fondo y cómo se percibía este evento sin la música y definitivamente había un cambio radical. La idea era no manipular los sentimientos, entregar lo más fidedigno posible a lo que nosotros vivimos.

CAI: ¿Buscabas este mismo nivel de honestidad en tus entrevistados?, ¿crees haberlo conseguido?

Natalia Orozco: Sería muy pretencioso decir que gente que, por ejemplo, había vivido en la clandestinidad durante décadas, como fue el caso de algunos de los entrevistados, nos abrieron de repente su corazón, su alma. Lo que sí creo, a diferencia de otros trabajos que se han hecho sobre el tema, es que al menos logré que tanto guerrilleros como políticos me brindaran instantes de verdad. Y eso no se debe a que yo sea más brillante o talentosa que mis colegas, sino al hecho de que a esto le dediqué cuatro años de mi vida, cuatro años en los que observé a todas estas personas con lupa y los cuestioné y los confronté. A los miembros de ambos mandos. Yo quería que cada uno de ellos me regalara algo que estuviera detrás de sus personajes, que revelaran algo de lo que hay detrás de sus caparazones.

CAI: Supongo que de cualquier manera se logró un ejercicio empático entre tú y tus entrevistados…

Natalia Orozco: Había dos corrientes de periodistas que abordaban el tema: los que llegaban a atacar a esta gente y los que querían contar sus historias y trataban de ganarse su confianza. Yo fui muy clara desde el principio con una sola posición: nunca he creído que las armas fueran el camino. Lo que me llevó a hacer este documental es que sé que Colombia, con las diferencias económicas tan dramáticas que padece, debe revindicarse, y no con una revolución sino con muchas revoluciones. Desde el primer contacto con ellos les dije: “estoy de acuerdo con sus causas, pero de ninguna manera con sus formas, con sus métodos”, y desde allí comenzamos a hablar. En todo caso, yo sabía que aunque estuviera en desacuerdo con algunas cosas, desde que pusiera on en la cámara debía despojarme de todo prejuicio y acercarme a ellos sin juzgar. Tratar de entender. Para mí eso fue lo más difícil.

CAI: ¿Ese intento por entender es lo que buscas también en la audiencia que verá tu película?

Natalia Orozco: Sí, pero también una reflexión. La guerrilla realizó cosas horribles, injustificables. Y también los militares. Y también los políticos corruptos, y ni qué decir de los paramilitares… ¿pero nosotros qué hicimos?, ¿qué hizo la clase media, la clase privilegiada mientras se masacraba a campesinos con cilindros-bombas? Y creo que esa pregunta se halla constantemente, de forma implícita, a lo largo de todo el documental.CAI:¿También buscarías esta conclusión en, por ejemplo, otro tipo de audiencias como la que habrá en Europa, en Alemania?

Natalia Orozco: Busco en todo caso una reflexión, aunque sea diferente a la que tendría un colombiano o un latinoamericano. Quiero que se piense en la construcción de esta paz luego de 52 años de guerra. Quizá ello llevaría a meditar sobre la posibilidad de paz en cualquier otro lugar del mundo.

CAI: Si fue posible en Colombia, es posible en otros sitios…

Natalia Orozco: Así es. En Colombia, después de todo, se dio uno de los conflictos más duraderos que ha habido en la historia reciente del mundo.

CAI: ¿En algún momento sentiste miedo?

Natalia Orozco: No. Sentí rabia. Con el gobierno, con las élites, con las FARC, con los medios de comunicación… pero tenía que poner de lado esa indignación.

CAI:Pero dolor sí hubo…

Natalia Orozco: Sí, mucho. He estado en otros conflictos. En Libia estuve en un lugar donde acababa de ocurrir una masacre y caminé entre los cuerpos de las víctimas pero nunca me sentí desequilibrada. En este documental no vi sangre pero escuché muchas historias… y por primera vez en la vida tuve la sensación de que no iba a poder llegar hasta el final.

CAI: Creo que fue un acierto el encontrar un equilibrio entre las partes que conforman tu documental…

Natalia Orozco: Es algo que se ha señalado en muchos artículos que se han realizado sobre la película. Y me alegra. Pero yo no buscaba eso. Simplemente me dejé ir en la sala de montaje, quise narrar esta guerra de la manera más sincera que podía, mostrar que en ella todos tenemos responsabilidad. Si la clase media, repito, no hubiese sido tan indolente, nada de esto habría sucedido. Nos habríamos ahorrado ocho millones de víctimas. Es la indolencia y no el miedo lo que frena a una sociedad a actuar.

CAI:Y es esa indolencia termina por trivializar todo, incluso la violencia…

Natalia Orozco: La banalidad del mal, que diría Hannah Arendt.

CAI:¿Leíste algo escrito por ella?

Natalia Orozco: Eichmann en Jerusalén fue el primer libro que leí cuando inicié este documental. Gracias a Arendt aprendí a tratar de entender, no juzgar. Ese es nuestro error cuando queremos narrar una parte de la Historia.

CAI: ¿Te hace ilusión formar parte de la programación de Panorama Colombia?

Natalia Orozco: Mucho. Me hacía mucha ilusión estar aquí, aunque en Colombia la cosa está muy movida por el momento, pues la película se estrena en salas de cine en mayo.

CAI: ¿Es tu primera vez en Berlín?

Natalia Orozco: No. Había venido como periodista hace muchos años, y curiosamente me tocó entrevistar a la canciller Angela Merkel cuando ella era todavía parlamentaria.

CAI: ¿Qué recuerdas de esa entrevista?

Natalia Orozco: Me pareció una persona muy cabal, de ideas muy claras. En ese entonces yo trabajaba haciendo unas memorias para una organización que denunció el secuestro por toda Europa. Los europeos pensaban que el secuestro era un elemento de presión política pero yo, como les he dicho a las FARC, sabía y sé que el secuestro fue uno de los principales motores de esta guerra. Recuerdo que Merkel asumió una posición muy valiente y comprensiva al respecto. Estaba muy abierta a escuchar y a asumir compromisos.

Carlos Jesús González (en Twitter @CjChuy), en exclusiva para CAI, marzo 2017.

Carlos Jesús González. Periodista y escritor mexicano. Vive en Berlín desde 2006, donde labora como corresponsal de CAI y como colaborador free-lance de diferentes medios mexicanos y alemanes. Tiene un especial interés por los temas culturales y políticos. Es amante absoluto del cine, la literatura y la agitada vida berlinesa.

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