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El fuego de las Pascuas - recuerdos de una emigrante

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CAI (k) - Otra tradición en Alemania: dependiendo de la región, el fuego de las Pascuas se enciende ya sea en sábado, domingo e incluso el lunes de Pascua. La creencia popular indica que el fuego destierra el invierno y limpia el alma. Hoy en día, el fuego es una fiesta para toda la familia con mucha comida y bebidas.

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Yo soy de Westfalia del Este. La casa de mis padres se encuentra en medio de la nada, lo único que hay cerca son granjas: por ejemplo la de mi hermano y la de un amigo. Este amigo, se llama Guillermo (Willhelm), organiza cada año el fuego de las Pascuas en mi pueblo. Obviamente, cuando era niña, limpiar mi alma no me importaba tanto como para participar en aquel magno evento: un día en el año que me quedaba despierta hasta muy tarde, viendo el fuego más grande que había visto en la vida. La primera luz cálida después de tantos meses de oscuridad y frío. Una excursión nocturna con medio pueblo.Guillermo coleccionaba leña durante todo el año hasta juntar un cerro de fácil diez metros de altura en un campo afuera de los establos. Dicen que, en algunas regiones, pocos días antes de encenderla, la gente pone guardias de noche para proteger su leña porque entre los pueblos se arman competencias sobre quién tiene el fuego más alto. Yo no sé si Guillermo se quedaba en las noches con su rifle y su perro Pascha al lado, un munsterlander pequeño, y quizás con el sombrero verde con pluma de cazador, viendo si alguien intentaba acercarse al amparo de la oscuridad.

Lo que sí sé es que siempre ponía pacas de paja como bancas para la gente que llegaba en multitudes. Todos traían algo de sus casas para compartir: ensalada de papa o de pasta, pan de centeno, cerveza, y por supuesto aguardiente contra el frío (Schnaps). Cuando el fuego ya estaba más bajo, nos la pasamos asando malvaviscos pinchados en ramitas. Algunos aplicaban la prueba de valor de saltar sobre las brasas hasta que sus cachetes se ponían rojos de la emoción y del frío. Al día siguiente nos despertábamos con el olor a leña quemada en el cabello y los zapatos llenos de lodo del campo.

Los fuegos se prenden para desterrar el invierno y el año viejo desde el siglo XVI. Los cristianos después lo convirtieron en una costumbre de la iglesia católica para representar la luz que trae Cristo al mundo, el camino de la muerte de vuelta a la vida. Para mi, además de eso, es un recuerdo bonito de mi infancia. Gracias, Guillermo.

CAI (kloesel), -actualización- abril 2017.

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