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“Berlín es un imán para los artistas”

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Si se desease describir el perfil de un “artista emergente”, bien podría corresponder al que ostenta la mexicana Kari Mayo (Cuernavaca, 1980). Más aún si se lo mira desde una perspectiva europea, en donde, según palabras de Mayo, “la línea divisoria que se intenta marcar en México, casi de manera obsesiva, entre lo que es diseño y lo que es arte, o entre lo que es comercial y lo que no, no existe: son mundos que pueden coexistir”.

Su postura podría comprobarse al resumir las tres semanas que la artista visual permaneció en Berlín como residente invitada de Agora, colectivo conformado por un trío de brasileños y que se halla basado en el barrio de Neukölln. En ese tiempo, Mayo no solamente cortó el listón de una exhibición individual: además se las ingenió para que, en colaboración con los tres integrantes del Agora Collective, quedara terminada una pieza previo a su regreso a México, misma que obtuvo una resonancia a niveles insospechados.

Y es que, tanto en un caso como en el otro la participación de los berlineses fue vital. Fueron ellos quienes, ajenos a las relaciones que Mayo pudiera o no mantener en su país de origen con el mundo publicitario, se limitaron a admirar la obra expuesta ante sus ojos, acaso intrigados, entre otras cosas, por la inimitable manera en que el misticismo chamánico convive con la estética del videojuego retro. Y también serían los locales quienes, en un principio sin saberlo, se convirtieron en una parte fundamental de “A Rite”, nombre con que se bautizaría la colaboración entre Mayo y los miembros del colectivo.

Sin la participación de los berlineses no habríamos tenido obra alguna”, confiesa Mayo desde una cafetería de Friedrichshain. La secunda Céline Huerta, representante de la artista y productora ejecutiva de los eventos realizados con Agora Collective. Las dos se notan entusiasmadas por el modo en que se desenvolvieron las cosas. Lo suficiente como, al menos en el caso de Kari, plantearse la posibilidad de volver a Berlín por más tiempo.

Pero dejemos que sea la propia Kari Mayo quien nos hable de su experiencia. Ella y Céline, quien tomó un minucioso registro de cada uno de los momentos que ambas vivieron en su paso por la capital alemana.

CAI: ¿Cómo fue que llegaste a Berlín?

Kari: Todo se hizo a través de Céline (Huerta). Ella encontró al colectivo Agora, quienes fueron los que me dieron la residencia. Tras algunas dificultades de logística que sorteamos pude venir finalmente. A Céline apenas la conocí en Praga, al menos personalmente.

CAI: ¿Entonces cuál es la relación entre ustedes?, ¿por qué Celine aparece también en los créditos de la obra que has traído a Berlín?

Céline: Yo produzco a Kari y, a raíz de lo que sucedió en Berlín, también la represento. La conocí vía Skype un mes antes de ciertas actividades que tuvimos en Praga este año. Verás, yo estoy a cargo de la gira europea del colectivo mexicano, No Sombrero, y uno de los puntos de la gira fue el Czech-Mex Festival. Entre los más de sesenta artistas que conforman el colectivo estaba Kari, a quien invité a que conviviera con artistas checos y hablara de su trabajo. Desde allí empezamos a trabajar juntas. Para entonces yo ya había asegurado su participación en la residencia del Agora Collective.

CAI: ¿Fue entonces que de Praga viajaste a Berlín para tomar la residencia?

Kari: No. Volví antes a México por mi obra, pues esta residencia inició con una exposición individual que titulé From 5 to 12 y que incluyó ocho piezas mías, de las cuales seis son totalmente nuevas. Volví por dos semanas para producirlas y luego regresé a Europa. Esta exposición, por cierto, se quedará en la zona de exposiciones de Agora hasta enero o febrero del año que viene.

Céline: En lo personal, no me interesa que un artista venga a Europa por dos semanas y luego se regrese y allí quede todo. La intención es la de crear puentes, diálogos entre los artistas mexicanos y los lugares en los que exponen. Y creo que el diálogo con Alemania ya está abierto.

CAI: Es sabido que las calles, los sitios que visitas, han influido en tu obra plástica. En este sentido, ¿cómo te influyó tu estancia en Berlín?

Kari: Tanto en aquella vez que vine y, por supuesto, en ésta, encontré en sus calles lo que no he hallado en otro sitio: el hecho de que puede encontrarse arte en cada rincón. Mi forma de trabajar es muy intuitiva, pero no cabe duda de que el llamado street art ha sido una influencia importante en mi obra. Sus colores, sus formas. Y Berlín, igual que Londres, son lugares muy ricos en este sentido. En lo personal, soy una admiradora del trabajo del artista callejero italiano, Blu, quien tiene obra buenísima en varias paredes de edificios en Berlín

CAI: Uno de los proyectos que más llamó la atención y que surgió a partir de tu experiencia en Berlín fue la acción-instalación llamada A Rite, en la cual colaboraste con el colectivo Agora, ¿quiénes son ellos?

Kari: El Agora Collective está conformado por un trío de brasileños (Renata Har, Marcela Donato y Caique Tizzi) que se ha instalado en Berlín desde hace un tiempo. Lo más bonito de todo es que nunca nos habíamos visto y pese a ello la química entre nosotros fue inédita.

Céline: Se llaman así porque están en un edificio llamado Agora. Allí hay talleres, un café, un espacio de exhibición. Estas tres personas se conformaron como colectivo desde hace un año y medio y desde entonces han alcanzado un gran reconocimiento. Marcela Donato hace es coreógrafa y hace performance, Caique Tizzi es pintor y Renata Har es artista visual.

CAI: Entonces desde un principio había la idea de que trabajaran en conjunto…

Kari: Efectivamente. De hecho el programa se llamó Agora meets Kari Mayo y desde un inicio se buscó hallar un territorio común en el quisiéramos coincidir y trabajar, así como desarrollar una pieza o acto que se presentaría el 30 de octubre en el Instituto Cervantes de Berlín, como finalmente sucedió.

CAI: ¿Y en qué consistió la pieza?

Kari: Las charlas comenzaron desde que, con mi exposición individual, inició lo que sería la residencia. De esta manera, y quizá porque somos latinoamericanos, nos dimos cuenta de que el ritual era una cosa que nos obsesionaba a los cuatro y que deseábamos explorar. Pero no solamente hablo del religioso o del ancestral, sino también del ritual diario: a qué hora me baño, desayuno, vuelvo del trabajo. Así, vimos que algo común, sobre todo en las calles de América Latina, es el hallazgo de zapatos colgados en los cables de luz o de teléfono y que parece obedecer a un ritual casi místico, pues hay diferentes teorías que tratan de darle una explicación a esto, desde el deseo de pandillas por marcar de alguna manera su territorio hasta una forma de indicar que alguien murió en ese punto...

CAI: Una costumbre sujeta a múltiples significados…

Kari: Exacto. Y por eso decidimos realizar un rito en conjunto con el público, que en este caso fueron los ciudadanos de Berlín. Así pues, utilizamos toda una madrugada –la del 29 de octubre- para repartir zapatos en sitios estratégicos de la ciudad.

CAI: ¿Para colgarlos en cables?

Kari: No. Se trató de otra cosa. Sobre cuadrados geométricos que previamente pintábamos en el suelo colocábamos zapatos –y cuando hablo de zapatos hablo de uno, no de un par- que tenían las suelas pintadas de un color que específicamente escogimos y una etiqueta que más o menos decía lo siguiente: “Si encontraste este zapato eres considerado un invitado especial para acompañarnos en un evento que tendrá lugar en el Instituto Cervantes de Berlín el día 30 de octubre de 2012. Una vez que vengas te daremos más instrucciones”. La idea es que esta gente viniera al Cervantes ese día y allí encontrara otro par para su zapato aunque no necesariamente fuese el correspondiente. Una vez armado el par, lo colgaría en unos cables que instalaríamos en el instituto. Y así fue: la pieza fue creada a partir de estos zapatos colgados en el cable que pusimos. La acción, por supuesto, representaba un riesgo enorme para nosotros, pues no teníamos idea de cuanta gente se presentaría en el evento.

Céline: Quisimos demostrar que aún en esta sociedad de la que todos formamos parte, y que se caracteriza por el culto al individualismo, hay gente que todavía es capaz de tomar riesgos, de romper, precisamente, con su rutina… La obra es muy emotiva, pero no habría sido posible sin la participación de los berlineses que decidieron acompañarnos. Sin ellos, de hecho, no habría habido tal.

CAI: ¿Y al final qué respuesta hubo?

Karin: Excelente.

Céline: Fantástica, sobre todo si tomamos en cuenta que, hablando en números, repartimos quinientos zapatos por la ciudad y regresaron al Cervantes un total de 128. Además, luego de eso recibimos muchos correos electrónicos de gente que había encontrado el zapato y que no había podido ir al Cervantes pero quería saber qué podían hacer con él o cómo continuar con la acción.

Karin: Fue algo muy emotivo porque además llegó al Cervantes gente que nunca había estado allí. Estaban maravillados de lo que tenía que hacer, de formar parte de esto. Los ciudadanos de Berlín demostraron ser sumamente participativos. No sé si hubiese ocurrido lo mismo de haber realizado la pieza en otra ciudad.

Céline: Incluso llegaron niños, quizá porque también pusimos zapatos de bebé.

CAI: ¿Y cómo consiguieron los zapatos que repartieron?

Céline: A partir de donaciones, principalmente de amigos. Conseguimos esos quinientos zapatos en apenas tres días. Todo el proceso, digamos, cada etapa que tuvo, el compilar, etiquetar, pintar, fue manual. En resumen, no nos fuimos por el camino fácil. Tenemos documentación de todo y en algún momento nos gustaría hacer un libro, quizá darle forma a un documental.

Kari: Por mi parte, tengo que decir que toda la experiencia en sí me hizo ver que puedo trabajar con otras personas y sentirme cómoda con ello.

CAI: ¿Sentiste la misma recepción positiva en tu exposición individual?

Kari: Yo creo que sí y me considero muy afortunada. A diferencia de México, donde solamente se me acercan conocidos en las inauguraciones, aquí en Berlín la gente se me aproximaba directamente. Me gustó que se involucraran así, que no miren a los artistas como una cosa aparte. En cuanto a los comentarios, también han sido positivos en su mayoría. Observan las innegables influencias étnicas en mi obra, apegadas a lo huichol y a culturas del sureste mexicano, pero también lo contemporáneo, lo ligado a la estética ochentera y que parece surgida del juego Tetris.

CAI: ¿Te quedó claro, a partir de tu estancia aquí, la razón por la que Berlín es considerada la nueva capital cultural de Europa?

Kari: La verdad estuve trabajando casi todo el tiempo en el estudio, pero aun así me quedó claro, a partir de las personas que me rodee, del potencial que Berlín tiene como capital cultural. Supe que es el lugar en el que tengo que estar ahora.

Céline: Nosotras sabíamos muy bien que quizá Berlín no es el mejor lugar para vender, pero también que en términos de presencia, impacto o reconocimiento era un sitio en el que forzosamente hay que estar. Su preponderancia estratégica es inminente. Lo es por la cantidad de artistas que viven y producen en esta ciudad y que forman parte de su dinámica. Y también por la gente que la habita. Hay una proximidad especial con el público. En la inauguración de la obra de Kari hubo gente que se quedó literalmente seis horas, analizando pieza por pieza, esperando el momento para aproximarse a ella y formularle preguntas específicas sobre el trabajo expuesto.

CAI: ¿Hay planes futuros en Alemania?, ¿vivirías en Berlín?

Kari: Por supuesto que viviría aquí. Con todo y sus climas fríos y su idioma complejo. Berlín es un imán. Quizá más para los artistas. Da la impresión de que aquí hay más artistas que en cualquier otro lugar del mundo.

Enlaces a consultar:

www.karimayo.com

www.agoracollective.org

www.a-rite.tumblr.com

Carlos Jesús González, en exclusiva para CAI, noviembre de 2012.

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