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Olaf Holzapfel, Patagonia y la documenta 14: Salir del paisaje conocido
Olaf Holzapfel (Görlitz, 1969) emprende viajes. Y aprende lenguajes. Pero no necesariamente los que se hablan, sino aquellos que dependen del contacto directo del cuerpo con el espacio: el trabajo manual de tejido de las comunidades wichi en Argentina, las técnicas de construcción manual de cercos en la Patagonia, cuadros hechos de trozos geométricos de paja y que reflejan el sol, provenientes del trabajo manual en Europa Central. ¿Su preocupación? La transformación de nuestra vida en la tierra, la agencia del cuerpo y la percepción para generar espacios, la abstracción como impulso moderno y primigenio a la vez.
En el marco de su participación en la presente documenta 14 en Kassel y Atenas, Olaf Holzapfel monta “Zaun” (“Cerco”), realizada a partir de uno de diferentes viajes de pesquisa a la región de Aysén, en la Patagonia de Chile. Ahí, el artista formado en arquitectura del paisaje y escultura investiga acerca de cómo las cercas del amplio campo patagónico son un dispositivo para entender el territorio. Las fronteras de cada espacio son hechas así tangibles y directamente experimentables. Holzapfel lo atribuye a una relación diferente con la naturaleza y que Patagonia puede ser un modelo para entender el futuro de nuestra vida en la tierra. Por otra parte, “Trassen” (“Trazado”) localizada en la Parkaue Kassel, es una escultura en colaboración con carpinteros de obra del estado federado de Hesse. Para Holzapfel, el mundo en el que vivimos exige nuevas formas que articulan práctica, conocimiento y empatía.
CAI: ¿Cómo es que nació esta idea de trabajar con la Patagonia como tema y de qué forma se relaciona esta región con tu trabajo?
Olaf Holzapfel: Primero hubo una experiencia que fue más bien casual, cuando empecé a trabajar con los indígenas Wichi en la jungla, en el norte de Argentina. En el trabajo textil que ellos producen vi una suerte de coincidencia entre la abstracción en el arte moderno y la abstracción de los tejidos. Exactamente como el artista Josef Albers en la década de 1930 había tenido una experiencia similar en talleres textiles en México. En el caso de los Wichis nos encontramos con algo diferente, porque es un pueblo que alguna vez fue nómade. Y yo encontré que era algo interesante esta abstracción de estos pueblos otrora nómades y por otra parte la fuerte concentración de personas en las grandes ciudades. Esto es particularmente en Argentina algo muy fuerte, muy crítico pero que también en otros países de Sudamérica, como Chile, es algo muy fuerte. Tienes por una parte a un centro muy fuerte, Santiago de Chile, y por otro lado Patagonia. Y la cuestión con la que empezamos a trabajar ahí fue cómo es que esto incide y de qué manera pueden aprender ambos lados de esto.
CAI: En otra entrevista has mencionado que los textiles de los wichis portan historia en sí mismos, ya que son tejidos que pueden ser doblados y transportados y donde se encuentran elementos de su cosmovisión y cultura que son fundamentales. ¿De qué manera se relaciona esto con lo que describes? Hay centros y periferias y límites entre ambos que son también productos culturales. En el caso de Patagonia, estos son cercos de maderas nativas con técnicas desarrolladas hace relativamente poco tiempo, 3 o máximo cuatro generaciones de personas que han vivido ahí.
Olaf Holzapfel: Para mí lo interesante ahí era que en Europa hay una historia similar pero es mucho, mucho más antigua. Dado que la colonización moderna de Sudamérica es relativamente reciente, alrededor de 400 años, es posible leer las huellas de ello de forma relativamente sencilla. Para mí, que soy un artista que trabaja formal y abstractamente, es interesante que estas huellas que hay ahí están recubiertas de muchísimas capas de historia. Para mí algo muy inspirador fue que en Europa ese proceso de urbanización también es apreciable, pero en Sudamérica me encontré con una suerte de modelo ideal. Patagonia es la región de más reciente poblamiento, específicamente la región de Aysén, donde estuve, y ahí se fundaron las primeras casas y los primeros asentamientos modernos. Toda la transformación de la naturaleza en este espacio a través de la cultura es evidente y eso es para mí muy interesante. Como esta fue la región poblada hace menos tiempo de todas, emerge la pregunta acerca de qué es lo que viene después. ¿Qué podemos hacer de forma diferente a lo que hemos venido haciendo hasta el momento? Porque hay que pensar más allá, tenemos que pensar: ¿qué viene después? Ya no podemos colonizar más lugares porque ya no hay espacios libres. En Europa uno puede pensar más bien metafóricamente acerca de espacios libres, es imposible decir que el espacio no tiene uso o que no está siendo ocupado por alguien. Por ejemplo, las ciudades y pueblos alrededor de Berlín tienen 700 años de edad. O sea, la naturaleza prístina ya no existe en esos lugares.
CAI: ¿Cómo se traduce esto a tus exposiciones en la documenta 14, en Atenas y Kassel? ¿Cómo habría de imaginarse un espectador el traslado de estas ideas al espacio expositivo?
Olaf Holzapfel: En la documenta 14, mi proyecto se llama “Zaun” (“Cerco”) y que tiene relación con una película que se está mostrando en Kassel que se llama “Latitude 40º”. Ahí trato de mostrar cómo es que existen espacios transitorios en Patagonia y cómo estos son formados. Hay cosas de Europa que muestro y está este filme acerca de la Patagonia. La película se relaciona particularmente con cómo se generan y negocian fronteras entre Chile y Argentina, las cuales de partida son producidas a partir de la observación del entorno natural. Esto es el índice para encontrar y trazar las fronteras, porque existió entre Chile y Argentina un tratado previo, de 1881, para definir las fronteras entre ambos países de acuerdo a la cordillera de los Andes, los flujos de agua y las más altas cumbres. La naturaleza influye para definir las fronteras, es decir: hay un espacio fluido que está dividido por principios naturales en su identidad. En Europa hay una forma mucho más fuerte de pensar en torno a fronteras que está basada en la idea de nación. Yo muestro en mi trabajo que en realidad muchas cosas emergen del paisaje. Sobre todo si tú te fijas en el espacio alpino, en el espacio del sur de Europa, hay muchas cosas determinadas por cómo se marcaron los predios, cómo se construyeron las plantaciones en terraza, etc. La naturaleza determina las fronteras ahí en Sudamérica porque la cordillera, las altas cumbres de sus montañas y los ríos daban ya las condiciones para un trazado de fronteras según este tratado entre Chile y Argentina. Para mí la cuestión central ahí es que nuestro mundo se vuelve cada vez más virtual. Detrás de lo virtual hay una “textualización” del mundo. Hay cada vez más textos, cada vez más instrucciones y codificaciones aunque al mismo tiempo vivimos en el mundo material. La realidad en la que vivimos, incluso los robots o los teléfonos móviles son materiales. ¿Cómo puede resaltarse la materialidad de ellos, cómo pueden los materiales ocupar su propio espacio? Antes los artistas decían “yo aprendo de la naturaleza”. Así era para los impresionistas y los renacentistas. Pero hoy en día, creo, la mayoría de los artistas no diría nunca: “Aprendemos de la naturaleza”. Pero claro que la naturaleza, el mundo natural sigue estando allí. ¿Dónde podemos encontrarlo y cómo podemos comprenderlo? Los viajes son ese sentido para mí una forma de salir del paisaje conocido y desde ahí extraer un programa de trabajo.
CAI: ¿Es esta tu propuesta en términos de la relación que hay entre materialidad, naturaleza y cultura?
Olaf Holzapfel: Yo creo que lo más importante es entender que nos encontramos en un espacio intermedio, en una transición. Un tema básico del arte es ese: la muerte, valores, sexualidad, origen, etc. Pero en el medio de la discusión que yo planteo es que nos encontramos todo el tiempo en un proceso dinámico. Tratamos permanentemente de fijar cosas. Hay gente que dice que es imposible, que está todo digitalizado, en un archivo, en la red. Y los otros dicen que hay que fijar la realidad. Es una paradoja que las ciudades sigan creciendo, ya que ellas son una forma muy fija del mundo. Todo el mundo se va a vivir a los centros, construye una casa, puebla lugares. Y el desapego para con esta solidez, que consideraría planear de forma diferente los asentamientos urbanos o quizás ni siquiera poblar la ciudad, el generar un modelo habitacional y urbano más dinámico es algo que a mí me interesa mucho.
CAI: ¿Por qué esta obra se llama “Zaun”, que significa “cerco”?
Olaf Holzapfel: “Zaun”es el título de la obra y la escogí porque en alemán es muy cercano a la palabra “Haus” (“casa”) y tiene una etimología muy antigua. Significa la transición entre ciudad y campo o entre el espacio exterior y el interior, no solamente la construcción de la casa en sí. Un cerco no es un muro, sino que es una construcción del espacio intermedio en sí. Y es algo que permanentemente hacemos. En nuestras culturas occidentales, judeocristianas, monoteístas, es difícil aceptar que hay algo más allá que construir ciudades fijas y trazar fronteras. Los nómades en cambio, no pensaban de forma tan determinista, tampoco lo hacían sus antiguas religiones, politeísticas: ellos entendían que puede haber múltiples soluciones de forma simultánea, mas no como un error, como lo hace el pensamiento posmoderno. La posmodernidad dice: ok, busquemos varias soluciones móviles de forma simultánea pero hay una zona oscura adonde no llega el que observa, ahí hay un error y por eso nunca seremos perfectos. Lo que yo digo es diferente: uno está en un espacio de amplia extensión, indefinible a ciencia cierta y sabemos que hay muchos criterios simultáneos para apreciarlo y entenderlo, que son flexibles. Los tenemos que definir para el momento. Y la obra de arte es entonces una cristalización de ese momento: un cuadro abstracto, una forma, una instalación perfecta en su organización. Pero depende de ese momento. Por otra parte, “Zaun” es varias formas al mismo tiempo. Un cerco es una línea, una superficie y un espacio a la vez. Es imagen y objeto material a la vez.
CAI: ¿Qué puede aprenderse de las culturas locales y de las personas que viven en Patagonia? ¿Qué puede traerse a este contexto del arte en Europa y con qué se quedan de tu obra las personas que viven allá?
Olaf Holzapfel: Hay una obra en la documenta en Kassel, una escultura en madera llamada “Trassen” (“Trazado”) que es resultado de una colaboración con carpinteros de obra y los guardabosques del Estado Federado de Hesse. Ellos hicieron un trabajo muy parecido a lo que yo hice en Patagonia también con carpinteros de obra que hacen edificaciones y cercos. Lo interesante es que esta técnica de los carpinteros de obra para montar estructuras en madera conectan a diferentes oficios y profesiones: a la artesanía en maderas, la arquitectura y la ingeniería en construcción. Los ingenieros y los arquitectos ejercen profesiones modernas, pero los carpinteros de obra tienen el conocimiento que agrupa a las tres ramas de trabajo. Y además tienen una cosa que es muy importante: el saber empírico. Por otro lado, estas construcciones en madera en Patagonia son muy diferentes porque las condiciones climáticas son muy diferentes. Son mucho más finas. El trabajo que hicimos en Cerro Castillo hace un par de años fue producir una casa de lenga (madera nativa de Chile) y es más delgada, los trozos son cortados más pequeños pero es muy firme para resistir al viento. En Europa Central, las estructuras son quince veces más gruesas y pensadas para mantener el calor. Y la construcción es mucho más maciza. Los cortes transversales son más gruesos aunque sean para una estructura similar. Esto implica que el clima influye en el trabajo técnico con el material. Y es visible. Pero esto no significa que cada quien, en Patagonia o Alemania tenga su propia tradición, encapsulada, sino que estas casas patagónicas son el resultado de un saber que viene de artesanos de Brasil, Argentina, España, Alemania u otros lugares conectándose con el saber indígena, como el mapuche, como es posible ver en estas hermosas iglesias en la isla de Chiloé.
O sea, lo que a mí me interesa es cómo el saber de la gente y las condiciones naturales se relacionan entre sí. Por eso, “Zaun”, el cerco: hay un saber de la naturaleza, del clima y del entorno que se filtra por las rendijas de la construcción. Un cerco es una construcción semisólida, semitransparente. No me interesa transformar una estructura de Fachwerk llevada desde Europa a Chile y copiarla, sino que me interesa ver qué es posible aprender allí, qué ofrece la naturaleza, el clima, la cultura y la materialidad de ahí. Eso es lo que se puede aprender.
CAI: ¿Qué otros viajes y proyectos hay para el futuro?
Olaf Holzapfel: Voy a seguir trabajando en este filme “Latitude 40º” que es un work in progress y que se trata de las nubes en Patagonia, que es un elemento propio de la naturaleza patagónica, inaprehensible pero visible. La película aborda la belleza de estas nubes, la amplitud y dinámica de la Patagonia. Yo creo que en el futuro haré un proyecto de “Ciudad Abierta” de Chile, que se formó en la década de 1960 en la Universidad Católica de Valparaíso y que está siendo expuesto en la documenta también ahora. También tengo interés en viajar a México para investigar acerca de la relación entre hilo, tejido e imagen. Ahí hay una gran tradición en ese sentido. Me interesa la relación que hay entre el tejido y su función visual de representación, mas también cómo es que se producen objetos tridimensionales a partir de él.
Anexo:
Del 1 de septiembre de 2017 al 28 de enero de 2018 tendrá lugar la exposición itinerante “Event of a Thread” (Das Ereignis eines Fadens: Globale Erzählungen im Textilen / El evento de un hilo: Relatos globales en el Textil ) en la Kunsthaus Dresden en la ciudad sajona. Holzapfel participa junto a otros artistas que trabajan en torno al rol del hilo y el textil como vehículos de transmisión de saberes ancestrales. La exposición, que será presentada en Europa, Sudamérica, Medio Oriente y Norte de África es realizada del ifa (Institut für Auslandsbeziehungen) y es curada por Susanne Weiss en colaboración con Inka Gressel (del ifa):
Teobaldo Lagos, en exclusiva para CAI, a 13 de septiembre 2017.