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La terrible noche que no se olvida

Artículo

Teobaldo Lagos -Los espantosos días -con sus angustiosas noches- entre el 8 y el 13 de noviembre de 1938, son fechas que no pasan desapercibidas en la memoria colectiva de Alemania y de la humanidad: La infame Noche del Pogromo o Noche de los Cristales Rotos, en la que alrededor de 400 judíos fueron asesinados. Miles de hogares y centros comunitarios, miles de sinagogas y tiendas de judíos incendiadas, saqueadas, destruidas brutalmente. Una noche de horror inolvidable. Se trataba del clímax de una reciente política de Estado orientada por el terror, el odio y con un destino por fin esclarecido tras dichos sucesos: el exterminio. Una campaña de coerción y condicionamiento emocional de las masas. Un complejo de poderes e intereses que llevaría el 10 de noviembre a la detención y deportación de 30 mil judíos a campos de concentración y en total a la eliminación de más de 6 millones de personas, judías, opositoras al régimen y de grupos sistemáticamente discriminados. Se trataba de un simulacro de levantamiento popular. Una noche que quedará en la memoria por generaciones.

Macabro simulacro de un levantamiento

La dictadura nacionalsocialista llevaba cinco años en el poder y los lazos que por principios debían unir a la sociedad y al Estado de derecho se encontraban rotos hace tiempo. La noche del 8 de noviembre bandas organizadas de partidarios del régimen nazi tomaban las calles y atacaban despiadadamente toda evidencia simbólica y concreta de la presencia de los judíos en Alemania.

No era la primera ocasión en que se discriminaba y perseguía a los judíos, pero sí uno de los episodios en los que se haría patente el inicio de una vil campaña sistemática de discriminación y exterminio. Hasta el día de hoy la palabra Noche del Pogromo se utiliza para denominar dicho episodio de espanto y horror. Un pogromo es un atentado violento en contra del pueblo judío y viene del vocablo ruso Pogrom, que significa destrucción.

La prensa coludida con el régimen y el gobierno del Tercer Reich, mintieron a una sola voz alegando que se trató de una noche en la que un par de sujetos aislados habían ocasionado “ligeros incidentes” en las calles, en una suerte de levantamiento popular independiente y espontáneo. De ahí uno de los apelativos: Noche de los Cristales Rotos, connotando que había sido un episodio insignificante de un par de ventanas rotas. Detrás de esta mascarada se encontraba el Reich, inspirado e instruido por la cabeza de la propaganda, Joseph Goebbels.

El pretexto de la acción fue el asesinato, ocurrido el 9 de noviembre, de un oficial de la policia alemana llamado Ernst Vom Rath, destinado a proteger la embajada alemana en París. El crimen cometido por un joven judío residente en la capital francesa, originario de Hanóver, Herschel Grünszpan. La familia – polaca - de Grünszpan vivía en Alemania desde 1911. El acto mortal habría estado desencadenado por una carta de su hermana en la que se le informaba que todos sus parientes habían sido deportados. Goebbels haría referencia del episodio, previa conversación con Hitler, en un discurso para los veteranos de la 1ª Guerra Mundial en Múnich. En él exaltaba, lleno de odio y fanatismo, a castigar lo que llamó el asesinato judío. Fue un reguero de pólvora.

El discurso habría provocado a las masas asistentes a asumir el mandato de violencia, en una acción protegida y coordinada por las SS y las SA, los órganos paramilitares y de asalto del régimen. Estas organizaciones jugarían desde entonces un rol fundamental.

Al acabar el discurso, comenzarían a repartirse órdenes de boca en boca y por teléfono. Las instrucciones de Goebbels eran que el Partido Nacionalsocialista no podía aparecer oficialmente como partícula del movimiento “espontáneo” y que debía mantenerse al margen de la acción, al menos en términos de imagen.

Era de noche, y algunas de las unidades de la SA ya habían recibido instrucciones de atacar – vestidos de civil - los locales de organizaciones de judíos y sus viviendas. En muchos casos, de acuerdo con el historiador Hans Mommsen de la Universidad del Ruhr en Bochum, las sedes locales del Partido Nazi, estandartes de la SA y de la SS, así como representantes de los gobiernos locales, participaron en los ataques. 14 mil sinagogas arderían por toda Alemania y más tarde ardería Europa.

Voces contra el olvido

Una voz importante en el paisaje crítico del holocausto y del mantenimiento de la memoria histórica es el Consejo Judío de Alemania. El Secretario General del Consejo Central de los Judíos en Alemania y Jefe del Consejo Judío Europeo, Stefan J. Kramer, en el 70 aniversario de conmemoración de dicha masacre destacó ya que “no podemos y no debemos olvidar” la noche del Pogromo y todos los sucesos acaecidos entre 1933 y 1945 durante la Dictadura del Tercer Reich.

En aquella ocasión, el directivo enfatizó la necesidad que tiene Alemania de madurar su perspectiva en relación con el período del régimen nazi y el rol del Consejo Judío como guardián de la memoria histórica del Holocausto. “Culpables son todos aquellos que hicieron algo y todos aquellos que dejaron de hacer algo para evitarlo. La responsabilidad es de Alemania completa” enfatizó. Agregó entonces que “Como Consejo Central tratamos de comprometernos con la democracia, lo que es un punto que tiene mucha importancia, y también de ocuparnos de temas como el antisemitismo, discriminación y xenofobia, pero tratamos de ocuparnos como institución de decir qué podemos hacer por la democracia en Alemania, de forma que toda la gente y la gente joven puedan encontrar de nuevo acceso a la democracia en este país y encuentren un espacio en este sistema social. Y segundo: tratamos, muy cuidadosamente, de hacer un énfasis en la cultura judía en el país”.

La Canciller Angela Merkel ya se ha referido al suceso en diversas ocasiones, la última en el 75 aniversario del suceso. Entonces dijo que “con la Noche de los Cristales Rotos Alemania tocó fondo” y reconoció que todavía no se ha logrado erradicar el antisemitismo. La canciller, quien enmarcó dichos sucesos dentro de “la fase más oscura de Alemania”, defendió la necesidad de mantener una “exhaustiva cultura del recuerdo” en el país, no sólo para no olvidar los crímenes del nacionalsocialismo, sino para combatir el racismo en todas sus formas.Teobaldo Lagos Preller/CAI (gordillo) -reposición-, noviembre de 2016.

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