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Sol Calero, artista nominada Premio de la Galería Nacional
Espacios de bienvenida
Sol Calero (Caracas, 1982, vive y trabaja en Berlín) es una de las artistas nominadas al Premio de la Galería Nacional. Un jurado conformado por expertos y directivos de instituciones del arte moderno y contemporáneo selecciona por novena vez desde el año 2000 a una lista de artistas jóvenes cuyas trayectorias “son de importancia para el arte contemporáneo, que reflejan la internacionalidad y la vitalidad de la escena del arte en Alemania y que ya han adquirido connotación través de nuevos enfoques” según explican fuentes del galardón.
Así, en febrero fueron seleccionadas Sol Calero, Iman Issa (Cairo, 1979, quien vive y trabaja en Berlín y Nueva York), Jumana Manna (Princeton, 1989, vive y trabaja en Berlín) y Agnieszka Polska (Lublin, 1985, vive y trabaja en Berlín).
Del otro lado de los Alpes.
Migrar siempre es re-conocer, oscilar entre la familiaridad y lo ajeno. Durante una estadía en Londres, la artista investiga en torno a la realidad de migrantes latinoamericanos en la ciudad. Basándose en la experiencia, en su estudio en el distrito de Schöneberg de Berlín, Calero se encuentra trabajando en el proyecto “Amazonas Shopping Center” que será expuesto junto con los de las otras artistas nominadas entre el 29 de septiembre del 2017 y el 14 de enero del 2018.
Inspirándose en una experiencia en un espacio de socialización propio de la vida de inmigrantes en Londres, Calero trabaja tanto con la memoria personal como con códigos propios del expresionismo abstracto y la cultura popular en tiempos de globalización.Con experiencias de vida en las Islas Canarias, Madrid, Londres y Berlín, la artista nacida en Caracas explica que la visión exotizante está relacionada con cómo miramos al pasado y con cómo construimos visual y en términos de memoria los lugares que no conocemos.
La experiencia migratoria personal es para Sol Calero determinante a la hora de preguntarse por medio de qué imágenes, espacios y experiencias construimos nuestras identidades. Dejando Venezuela a los diecisiete años rumbo a las Islas Canarias junto a su familia, Calero recurre a la imaginería popular y a espacios propios de la vida cotidiana. Así, el año 2016 montó una “Casa de Cambio” durante la fería de arte “Art Basel”, consistente en una caseta con el nombre “Casa de cambio “Cielito Lindo”” en el que se recrea a un kiosco en el que se hace evidente la virtualidad del recurso cambiario y en cuyo exterior se encuentran múltiples referencias a la imaginería popular y al arte sudamericano y del Caribe, así como colaboraciones con otros artistas.
“En Casa de Cambio”, el proyecto para Art Basel, te sientes como en un sitio super colorido, casi vulgar para lo que es el contexto de una feria de arte en Suiza. Y cuando te sientas, lees el texto, ves las contribuciones de otros artistas, llegas más a fondo y compensas la situación en la que ese mensaje se esconde. Pero para llegar a ese mensaje, llegas primero tentado por estos espacios de color. Es como darle un caramelo al espectador para atraerlo. Cuando ya está dentro y es capaz de entender esos mensajes ocultos, él puede darse cuenta de en qué situación está. Eso es a lo que me gusta llegar con mi obra”, explica.
Teobaldo Lagos Preller: ¿Como es que llegas tú a estos proyectos que se ocupan de aspectos de la vida cotidiana para el premio? ¿Cómo podemos entenderlo a partir de tu lenguaje y obra?
Sol Calero: Llevo unos cuatro años haciendo muchísimas exposiciones, unos seis proyectos al año. Cada proyecto es bastante diferente, no sólo dentro de Alemania, sino en diferentes sitios de Europa. Para mí cada exposición ha sido la oportunidad de crear algo nuevo. Ha sido un proceso bastante orgánico: cada exposición implica una nueva investigación, algo nuevo a nivel formal, las pinturas y las instalaciones van cambiando. Yo vengo más de la pintura y lo que yo he hecho ha sido constantemente entrar y salir de la pintura. Y el espacio yo lo manejo como si fuera un cuadro. Los elementos están dispuestos para que veas las cosas de una determinada forma. No es simplemente una instalación y el concepto aparte que articula todo, sino que se compone bastante desde lo formal.
TLP: Tú tomas siempre estos elementos de la estilística popular del Caribe, de lo que uno asocia por medio de la imaginería del consumo o de los medios de comunicación con un paisaje otro, con intimidades otras... Como respondiendo a una pregunta que es: “¿Cómo sería para mí una casa en el Caribe? Pero visto desde este lugar más frío, del otro lado de los Alpes (Ríe).
SC: (Ríe) Es exactamente ese el punto de vista: el de la exotización de un sitio, de la imaginación en torno a él, para alguien que nunca ha estado allí, porque las imágenes que podemos generar de un lugar crean a menudo una visión muy desconectada de la realidad, muy utópica. Parece ser que el Caribe es un sitio para relajarse, un “paraíso”. Y sí que es verdad que la naturaleza y los colores y ese tipo de cosas del paisaje existen. Yo he estado en Venezuela hace unos tres años y cuando vas al Caribe, de repente sí te impresiona mucho que existan sitios de agua transparente, con peces que son transparentes, palmeras en medio del océano... Muy bonito. Pero la realidad es diferente: alrededor de esos sitios hay mucha pobreza, mucha injusticia. Y esto es lo que no te llevas con esta imaginería popular. La visión que recreo aquí es esa, la que tú dices: del otro lado de los Alpes”.
Amazonas Shopping Center
TLP: ¿Qué es aquello que abordas más con el proyecto de exposición del Hamburger Bahnhof, luego del cual se define quién gana el premio? ¿Qué temas son los que más te inspiran?
SC: Yo creo que es un momento muy importante para cerrar un volumen de esta “tesis” que es mi obra. Entonces hago una retrospectiva de todas las instalaciones que he hecho desde hace cuatro años. En mi trabajo siempre tematizo lugares como una peluquería, una escuela de salsa, una casa de cambio. La manera que tengo ahora de incluir todas esas instalaciones es bajo la idea del Shopping Center. Ahí vas a entrar en un shopping center. Ahí vas a encontrar una peluquería, un café Internet, una casa de cambio, una escuela de salsa y un cine. Esto porque el shopping center es un espacio de socialización muy importante para los inmigrantes.
“Yo empecé todo este proyecto en Londres porque es una ciudad muy buena para investigar sobreinmigrantes latinoamericanos: ¿Cómo viven? ¿Cómo se relacionan? ¿Cómo adquieren sus cosas, empleos, etc.? Pasé un tiempo hablando con gente latina de allá para saber qué hacen, cómo decoran sus casas, dónde están sus servicios, etc. Y encontré un periódico un día en la embajada venezolana que se llama “Latino News”, que habla de cosas cotidianas: la Señora Nosequé ha abierto una fábrica de empanadas en South London, por ejemplo. Y de repente veo en una de las páginas que se abrirá el Amazonas Shopping Center. Y dije: “ya está. ¡Ahí voy a encontrar todas las respuestas! (risas)”.
“Y me fui para allá. Yo imaginando que era un centro comercial grande con peluquería, café, lugares para almorzar, etc., de acuerdo a lo que decía el anuncio. Cuando llego al “Amazonas Shopping Center” resultó ser una tiendita de menos de 20 metros cuadrados con una fachada del mismo tamaño. Un trozo de la tienda era una peluquería de Gloria, con quien trabajé para el proyecto - y había una cafetería. Detrás de la fachada había un restaurante latino. Y luego cuando te metías por detrás había una escuela para sacar la licencia de conducir para cinco personas. La operaba el marido de Gloria que daba clases por las mañanas. Y en las tardes se convertía en escuela de inglés para inmigrantes. Y eso me gustó”.
“De ahí yo empecé a desarrollar cosas basadas en ese tipo de proyectos que son propios del “Latino Entrepeneur”, el microempresario latinoamericano fuera de su país: Llega a una ciudad nueva, ofrece cosas que importan a un número quizás pequeño de personas, quizás no hace tan buenos negocios, pero se mantiene en contacto con su propia identidad. Porque a veces estas ciudades, cuando llegas no te dan la misma bienvenida que esperas, la integración no funciona tan bien. Y puede ser duro. Y entonces cometes el error de rechazar aquello de lo que vienes. Esto es lo que yo estaba haciendo en arte: Estaba rechazando mi identidad y aceptando todo lo que era aceptado en la nueva. Llegó un punto en el que dije que tenía que empezar a coger ideas de donde vengo yo“.
Welcoming Spaces
TLP: ¿Cómo empezó esta investigación desde la pintura abstracta y cómo llegas desde ahí a estas obras más figurativas? Antes de empezar a trabajar con las frutas y todo este problema de la exotización, ¿en qué estabas trabajando? En todo esto hay un contenido, ¿pero cuál es este cuando hablas de color?
SC: Hay muchos niveles. Por ejemplo: todo el tema del color viene desde un rechazo al minimalismo dentro del arte. Es una cuestión de gusto. Todos estos colores que tú ves aquí hacen de esto algo bastante chocante para alguien que está acostumbrado a ir a una exposición y ahí encuentra un espacio totalmente blanco, con un objeto al medio que es más importante que lo que lo rodea. Hay artistas, en cambio, que trabajan con el espacio y que hacen que el espectador sea parte de la instalación. Es lo que yo intento. La idea es crear estos espacios de bienvenida, welcoming spaces, en los que yo trato de crear una ruptura con ese espacio incómodo de la galería.
Cuando yo estudiaba arte, nunca llegabas a sentirte cómoda como espectadora en galerías o incluso en museos. Cuando vas a una galería de arte, te sientes mal, ¿sabes? Primero por los obstáculos que te ponen: hay una puerta, hay que tocar un timbre. Alguien te abre y luego desaparece en una oficina. Tienes que ver la exposición y te han dado un papel con un texto que tienes que leer y que tienes que interpretar. ¡Está bien!. Pero lo que a mí me interesa es que, siendo el espacio „welcoming“, el espectador se lleve la idea de que es divertido y colorido. Pero si pasa más tiempo en la instalación y se da cuenta de los mensajes más subliminales dentro de la instalación, se irá con una idea más allá de eso.
TLP: Y los cuadros que haces tienen una relación con las dimensiones y formas de la naturaleza, como frutas o flores...
SC: Los cuadros que puedes ver en mis exposiciones funcionan como un elemento decorativo, realmente decorativo. Se vuelven una suerte de souvenir para esos espacios. Muchas veces representan la idea del proyecto. Cuando hago proyectos de salsa, dibujo y pinto personas bailando salsa. En el caso de la escuela hay muchos cuadros que son hechos de pizarra, ¿sabes? Cambia la técnica o el ícono. El tema de la fruta en las pinturas surgió cuando yo empecé a hacer este tipo de instalaciones. Y fue una asociación que hizo como un snap en mi cabeza, ¿sabes? Esto es algo que le pasa a menudo a los artistas: las figuras son una conclusión más abstracta de un proceso de investigación: De alguna forma, cuando estaba investigando, yo veía cómo uno mismo se convierte en ese elemento exótico, dentro de un juego social y cultural que yo reproduzco en estos espacios. Las frutas me parecieron íconos adecuados, como esa tarjeta de entrada para mí hacia el mundo del arte con una posición totalmente distinta a lo que yo venía haciendo: al principio mi trabajo era mucho más formal, de más color, expresionismo abstracto. Mis cuadros empiezan siendo abstractos porque yo vengo de la pintura abstracta. Y luego emergen formas que yo voy definiendo por medio de líneas. La mayoría de la gente ve los cuadros y piensa que son sencillamente frutas o flores. Para que yo llegue a esas imágenes, tengo que pasar primero por un proceso en el que las manchas me van presentando las formas. Entonces cuando ya las manchas de diferentes colores están distribuidas sobre la tela, yo empiezo a usar la línea para definir. De alguna forma yo sigo siendo una pintora abstracta”.
Kinderhook Caracas
TLP: ¿Qué sentido tiene dentro de esta trayectoria biográfica y artística tu participación con tu pareja, Christopher Kline, en un espacio como Kinderhook Caracas?
SC: El project space Kinderhook Caracas es una parte importante de mi trabajo por todo el tema de la colaboración con otros artistas, que es un tema que me interesa mucho. No es sólo trabajar con mi propia persona. Con nuestro espacio, podemos presentar y disponer la visión que nosotros tenemos del arte. Es un espacio que es importante porque ahí tenemos el control de lo que queremos decir, ¿sabes?, en el que tienes que estar siguiendo ciertos pasos y cierta burocracia para mantenerte en el circuito del arte. Eso se convierte en un trabajo bastante administrativo, pero también es un poco un descontrol en el que tú dejas de ser la persona que decide las cosas. Por ejemplo, que nosotros estemos haciendo esta entrevista ahora, sucede porque yo estoy dentro de un circuito que genera un tipo de contenido. Y nuestro espacio es entonces como un espacio de playground en el que siempre somos libres de hacer lo que queremos. Y de apoyar a artistas que a lo mejor en momentos de su carrera les es importante tener mayor visibilidad, una exposición en Berlín. Es como un laboratorio independiente de lo que pasa en la galería y en el museo. Es mucho trabajo pero nos da mucha tranquilidad como artistas.