Willkommen auf den Seiten des Auswärtigen Amts

¿Es posible recuperar la estabilidad en Latinoamérica?

Proteste in Ecuador - Ausnahmezustand

04.10.2019, Ecuador, Quito: Los manifestantes participan en una segunda protesta contra el aumento del precio del combustible., © dpa

13.02.2020 - Artículo

Marcelo F. Resico*


El pasado año países como Ecuador, Chile, Colombia, Bolivia, sufrieron masivas protestas que reclamaron a los gobiernos mejoras sociales y políticas. Lo llamativo es que se desencadenaron a pesar de la mejoría económica de la región en los últimos 20 años. En las últimas décadas Latinoamérica redujo la pobreza significativamente, debido a un aumento del ingreso per cápita, y un aumento del gasto social. Por el contrario, en los últimos cinco la mejora del ingreso se estancó y la pobreza volvió a crecer. Sin embargo, la desaceleración económica no parece explicar completamente el descontento.


Respecto a la desigualdad, hubo avances menores en el período, partiendo del hecho que la región es la más desigual del planeta. Si la desigualdad es histórica en la región, y si hubo algunos avances en ese campo ¿es posible explicar lo sucedido, y aún mejor, encontrar caminos de solución para responder a las demandas ciudadanas? Para esto se requiere un adecuado diagnóstico, que refleje la complejidad de elementos, y plantee orientaciones aplicables. Nuestro punto de referencia para ello se basa en la Economía Social de Mercado, que describiremos antes de concluir.


Comenzando con el elemento más evidente, la reciente desaceleración coyuntural del crecimiento, estuvo dada en parte por la caída de los precios de los commodities que la región exporta, y que habían subido en el período previo debido a la elevada demanda de China. La desaceleración de dicha economía, se profundizó justamente en los últimos años, cuando se debilitó su impulso fiscal contra-cíclico posterior a la crisis de las hipotecas.


Un segundo elemento es la “trampa del ingreso medio” en la que caen países que logran un progresar, pero luego no alcanzan un estadio alto de desarrollo. Las causas económicas se atribuyen a la disminución de la oferta laboral excedente, a que una mayor complejidad dificulta el sostenimiento de la estabilidad macroeconómica, a que la competencia tecnológica requiere un dificultoso salto de la etapa “adaptativa” a la “innovativa”.


Asimismo, debilidades institucionales y de capital social pueden comprometer un crecimiento sostenido, ya que los cambios estructurales tienen impacto político. La sociedad se torna más diferenciada, surgen nuevos grupos sociales, y se hace decisiva la gestión del conflicto. La configuración del poder que generó el crecimiento ya no es viable, y si la transición a una democracia más inclusiva se retarda, puede estallar el conflicto. Las opciones parecen ser tres: una democracia inclusiva con alternancia (la opción de la ESM); la solución autoritaria con la hegemonía de un grupo (es debatida su sostenibilidad); de no llegarse a las anteriores, se desemboca en una conflictividad generalizada con deterioro institucional y económico.


El tercer elemento que abordaremos es la desigualdad, con diversas causas estructurales, económicas, políticas y culturales. Las consecuencias de la desigualdad económica desde la ESM son amplias. En primer lugar, impacta sobre la desigualdad de oportunidades, con lo cual se pierden capacidades de las personas. Asimismo, pueden desfinanciarse servicios públicos como la educación, hospitales o infraestructura. También crea divisiones sociales potenciando el conflicto, lo que atenta contra la cohesión social y dificulta consensos en leyes y políticas públicas, resultando un obstáculo para el funcionamiento democrático.


La ESM plantea una disyuntiva ética en el origen de la desigualdad, vinculado a lo que llamamos corrupción. Así la desigualdad puede ser percibida como aceptable cuando se origina en políticos/funcionarios, que en el sector público sirven a los ciudadanos, y en los empresarios/trabajadores que, en el sector privado, sirven a los consumidores. Al contrario, puede ser percibida como injusta, cuando en el sector público los políticos/funcionarios usan su posición para su beneficio propio, o en el sector privado cuando los empresarios/trabajadores usan prácticas anticompetitivas para crear posiciones privilegiadas. La conjunción de ambas conductas se denomina “capitalismo de amigos” o “capitalismo rentista,” y cuando incluye otros actores en un corporativismo disfuncional, constituye el reverso de una ESM. La prevalencia de relaciones rentistas, y la percepción de la opinión pública respecto nivel de corrupción, son ingredientes decisivos del descontento social.


Ahora bien, la ESM es una teoría completa y un modelo probado en la economía real. Se desarrolló en Alemania donde se aplicó con éxito en la segunda posguerra. Los resultados influyeron en soluciones similares en países vecinos (“capitalismo renano”). También contribuyó en la reunificación de Alemania e influyó en el sistema económico de la Unión Europea, como en economías en transición y otros países en desarrollo.


La ESM es una alternativa superadora del “mercado des-regulado,” que propone un Estado mínimo y conduce a la concentración económica, como del “capitalismo de estado,” que propone excesivo protagonismo del Estado y es afín a sistemas autoritarios. Se basa en las reglas de la economía de mercado, la defensa de la competencia, y una orientación macroeconómica de oferta con un componente anti-cíclico. La política social es “subsidiaria”, pues fomenta y fortalece iniciativas de la sociedad civil, con un Estado que interviene cuando es indispensable. Este enfoque es coherente con el sistema político de la democracia participativa bajo el Estado de derecho.


Dicho marco institucional requiere la existencia de un Estado “fuerte y limitado”. Fuerte para cumplir sus funciones, con independencia de los grupos de presión que pretendan influir en favor de sus intereses particulares, desentendiéndose del bien común; y limitado para no abusar de sus funciones. El Estado está constituido por una administración pública imparcial y cualificada, seleccionada en base al servicio público y al mérito. En cuanto a su inserción externa, se caracteriza por la elaboración de estrategias innovativas de largo plazo fundadas en la formación de capital humano, y diseñadas para balancear competitividad y cooperación. El sector empresarial está compuesto por un amplio sector de pymes competitivas e innovadoras (Mittlestand).


Pero quizás su elemento más distintivo sea la cooperación entre capital y trabajo, y otros actores sociales (Sozialpartnerschaft). La ESM requiere niveles de confianza pública y un clima cooperativo para crear legislación y políticas con alto grado de consenso. Se destierra como metodología la lógica amigo vs. enemigo, asociada a la negativa lógica económica de “suma cero;” en cambio se busca el diálogo político-social para el despliegue de lógicas creativas y productivas (“suma positiva”). Por ello necesita y favorece una sociedad relativamente igualitaria, de modo que el diálogo y la negociación sean conducentes. Así inclusión social, éxito económico y sustentabilidad se retroalimentan.


Existe otra forma de economía de mercado, basada en el Estado de derecho y contraria a la lógica del privilegio, donde se busca garantizar una competencia leal y efectiva, y la soberanía de los consumidores. Un Estado basado en reglas igualitarias, con mercados en los cuales el ganador es aquel que realiza la mayor contribución a los consumidores, y no los que tuercen las leyes en su favor usando su influencia. La Economía Social de Mercado es el marco para las orientaciones que este artículo sugiere para desterrar la pobreza y reducir la inequidad, que sigue caracterizando a nuestras sociedades, y que amenaza hoy la estabilidad y la paz social.


* Director Programa de Desarrollo e Instituciones, UCA.

Inicio de página