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Mujeres y Minorías
FUNDACIONES ALEMANAS EN LATINOAMÉRICA
En concordancia con la filosofía que poseen todos y cada uno de los partidos políticos de los cuales emanan, pero también de las acciones que desde hace varios años defiende y promueve el gobierno central, las Fundaciones Políticas Alemanas han instaurado en su agenda proyectos específicos vinculados con la igualdad de género y el combate a la violencia ejercida contra las mujeres, así como con la visibilidad y el empoderamiento de las minorías que forman parte del nutrido espectro social latinoamericano.
En este sentido, habría que decir las acciones de acompañamiento o asesoría emprendidas por las fundaciones poseen una singular relevancia, más si tomamos en cuenta que, tal y como apunta Valeska Hesse, de la Fundación Friedrich Ebert (SPD), catorce de los veinticinco países con mayor número de asesinatos a mujeres se encuentran en América Latina. “El dato es de la ONU y revela la gravedad del problema”, recalca, “en todo caso, y sobre todo desde que surgió el movimiento del #MeToo, así como las olas de protesta relacionadas con el movimiento #NiUnaMenos, hemos visto un renovado impulso de los grupos feministas en América Latina, y me refiero no sólo a uno que incluya a la cuestión de género como política transversal, sino uno que es movido por demandas realmente feministas”. Hesse asegura que ha sido gracias a dichas demandas, impulsadas por la sociedad misma, que proyectos como Grupo Regional de Acción Feminista han encontrado eco: “se creó esta plataforma para el intercambio y la formación de alianzas entre feministas”, cuenta, “el feminismo posee múltiples capas, pero aun así se comparten muchos valores y objetivos. Armamos el proyecto regional desde nuestras oficinas en Chile pero nuestra intención es apoyar en otros sitios mediante subgrupos regionales que abarquen problemas como la violencia contra la mujer, por supuesto, pero también otros, como la brecha salarial, aspectos relacionados con la economía del cuidado, la forma en la que la digitalización puede afectar a la economía de las mujeres, políticas fiscal con perspectiva de género y la transformación social y ecológica desde una perspectiva feminista”.
Un enfoque un tanto distinto y sin embargo igualmente apremiante es el abordado por la Fundación Heinrich Böll (Bündnis 90/Die Grüne). La directora de la unidad de América Latina, Ingrid Spiller, hace hincapié en la colaboración que se mantiene en México con la agencia Comunicación e Información de la Mujer A. C. (CIMAC): “esta agencia hace un intento por poner un enfoque feminista en la información que brinda, de tal manera que se visualice la forma en la que las mujeres son afectadas por los sucesos, es decir, le da una perspectiva diferente a los problemas”, apunta Spiller, “pero eso no es todo: México es uno de los países en el mundo en donde los periodistas corren más peligro. En este sentido, CIMAC se ha unido a los esfuerzos por evidenciar dicho problema pero haciendo énfasis en las amenazas que reciben las mujeres periodistas. No hay que olvidar que contra una mujer se puede ejercer violencia de otra manera, sexual, por ejemplo, y por ello CIMAC está luchando por crear una fiscalía que atienda este tema de una manera especial. En Brasil hemos apoyado asimismo a parte del movimiento feminista, que allá es muy fuerte y ha logrado mucho en el plano del derecho laboral y los derechos sexuales y reproductivos”, prosigue, “y hemos tratado también de hacer esfuerzos por apoyar el feminismo en El Salvador, país en donde el aborto está prohibido por completo, sin matices… en la Fundación pensamos que las mujeres deben poseer derechos sexuales y reproductivos plenos, y estamos convencidos también de la igualdad de derechos que debe tener el grupo LGBTI. En México apoyamos a un grupo en particular que lucha por favorecer la situación legal de este colectivo. En una democracia, es imperativo que existan derechos iguales para hombres, para mujeres, para las minorías, para todos”.
Dicha acepción es compartida por la Fundación Konrad Adenauer (CDU) y así lo confirma Stefan Reith: “Como fundación defendemos la idea de igualdad en todo ser humano, independientemente del sexo, género o religión al que pertenezca… de hecho en el programa básico de la CDU hay una frase que dice: ‘familia es donde los padres asumen la responsabilidad de los niños’, y no se refiere exclusivamente de una relación entre hombre y mujer”. En cuanto a acciones concretas relacionadas con el empoderamiento de la mujer, Reith afirma que se han dirigido sobre todo hacia asuntos de participación política: “tenemos un montón de programas en casi todos los países. Hay en particular un programa regional con sede en Uruguay cuyo objetivo es fortalecer el papel de la mujer en la política. Para ello capacitamos a mujeres que trabajan en partidos políticos y las vinculamos con otras mujeres en la región, de tal modo que pueda generarse entre ellas un intercambio de ideas”, apunta Reith, “también apoyamos a una organización pequeña en Panamá que se llama FONAMUPP (Foro Nacional de Mujeres de Partidos Políticos) que no sólo toca el tema de la la injusticia o desigualdad de género, sino también el de la política: la manera en la que las mujeres pueden avanzar en la política y sean proclives a obtener cargos más decisivos”.
La Fundación Rosa Luxemburg (Die Linke) por su parte, aprovechó la fuerza que, en palabras de Karin Gabbert, ha cobrado el feminismo en Argentina, para elegir a Buenos Aires como el lugar desde donde se emprenden los mayores esfuerzos: “en general tenemos dos líneas de trabajo”, señala, “una consta en acompañar a los que llamamos movimientos populares feministas en América Latina, o movimientos de mujeres. Si bien hay otros lugares, no sólo Argentina, donde se encuentran organizaciones o temas más diversos, como pudiera ser, por ejemplo, el de las mujeres rurales. En este sentido nuestra línea es más de análisis: analizar a la violencia, a la economía, al mundo en general desde un enfoque feminista. Es importante preguntarse por qué hay tanta violencia en América Latina, el incremento de dicha violencia sobre el cuerpo de estas mujeres, así como lo que eso revela de la sociedad, de la desigualdad. Pensamos que ese enfoque analítico es muy importante”.
La violencia contra la mujer es una realidad que también preocupa a la Fundación Friedrich Naumann (FDP), hecho que se ve reflejado en el tipo de iniciativas que ha promovido en países como México: “allí las desapariciones forzadas son un grave problema”, admite Diana Luna, “es por ello que trabajamos junto con el Observatorio Nacional Ciudadano en diagnosticar cuáles son los estados que tienen un marco legal que permita rastrear de mejor manera las causas de las desapariciones forzadas. Nuestro objetivo es impulsar un marco institucional en México que permita el que se pueda perseguir más y de forma más eficiente este tipo de delitos”. Luna agrega que trabajar en favor de las minorías y de las mujeres es parte del ideario de la fundación. “En Guatemala, por ejemplo, organizamos eventos que acompañan al Pride Guatemala como un esfuerzo por apoyar la concientización y el empoderamiento de la comunidad LGBT. En Perú también trabajamos en generar consciencia sobre una sociedad inclusiva, una sociedad en la que no haya individuos de primera y de segunda, sino en la que todos gocen de los mismos derechos públicos. Asimismo, motivamos a las mujeres peruanas a que sean parte de un partido político con la idea de que sean futuras candidatas, ya sea a nivel municipal, local o federal. En Centroamérica, por su parte, estamos centrados en el tema de emprendurismo, sobre todo en lo que respecta a las mujeres”.
La violencia cotidiana contra las mujeres es un asunto que también preocupa a la Fundación Hanns Seidel (CSU): “en El Salvador tenemos una cooperación con una contraparte llamada Teatro del Azoro”, sostiene Esther Stark, “ésta tiene como objetivo el promover o, mejor dicho, sensibilizar a la población salvadoreña sobre las raíces profundas de los conflictos sociales, entre ellos la violencia contra la mujer. La intención es indagar las causas de los fenómenos socialmente dominantes la violencia en sus diferentes formas, la corrupción, la desigualdad social. En la Fundación Hanns Seidel abogamos por la integración e inclusión política, económica y social de los grupos más vulnerables de la sociedad en América Latina. Para que una democracia funcione es indispensable que cada persona, cada individuo tenga una voz en la política de su propio país. Así pues, en El Salvador tenemos una cooperación con el grupo de mujeres parlamentarias. La intención es emprender un diálogo político orientado al consenso y que fortalezca el papel de la mujer en el Estado y en la sociedad. Hasta la fecha el proyecto ha capacitado a casi ochocientos parlamentarios y personal parlamentario en temas de igualdad y justicia de género. Con ello podría sentarse la base para el éxito de la labor legislativa en torno al género”. Para Stark también son significativos los apoyos que puedan brindarse a otros sectores comúnmente desfavorecidos, como lo es la población indígena: “en ese rubro trabajamos con contrapartes locales. En Guatemala, por ejemplo, promovemos las actividades empresariales de mujeres indígenas a través de nuestra cooperación con la Red de Empresarios Indígenas. Con ello abrimos nuevos caminos del desarrollo, se puede decir. La Escuela de Negocios Maya, que fue fundada por la Fundación Hanns Seidel y la Red de Empresarios Indígenas, ofrece a las mujeres indígenas una capacitación para iniciar y dirigir sus propios negocios. De esta forma, trabajamos el tema de la integración en ámbitos diversos”.
Habría la pena agregar que la Fundación Konrad Adenauer (CDU) ha participado igualmente en proyectos relacionados con los también llamados pueblos originarios: “contamos con un programa regional con participación indígena”, comenta Stefan Reith, “la sede está en Bolivia. En todo caso, este aspecto es de suma importancia en América Latina. Basta con ver, por ejemplo, a países como Guatemala, en donde el cuarenta por ciento de la población, cuyo origen es maya, no se ve reflejado en la administración, en cargos públicos, y lo mismo sucede en otros países en América Latina. Esta parte de la población no se siente integrada en el Estado, en la democracia y eso es peligroso, debilita a la democracia. Es por eso que trabajamos con no sólo con organizaciones indígenas, sino también con partidos políticos y con instituciones del Estado, de tal manera que integren a esta parte de la población en las políticas públicas”.