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Amor, sexo y soledad/#2

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Paco Arteaga - ¿A partir de cuántas golondrinas se puede creer realmente en algo? ¿A partir de cuántas citas podemos hablar de relación en Berlín sin tener que pasar por el bochorno adolescente de preguntarlo?

Dentro de cada uno de nosotros habitan multitudes, enardecidas muchedumbres interiores que no siempre comparten carácter, personalidad, opinión, raza, sexualidad o partido político; muy al contrario. Nuestro niño interior, el yo adulto, el observador… y una manada de depredadores, hambrientos cual hienas desesperadas después del primer día de Ramadán, habitan en nuestras entrañas. Fuerzas internas nos presionan, someten y explotan. Y no hace falta ser Jekyll y Hyde. Vivimos abrazados al sabotaje amoroso y al autoboicot.

Online dating: ligar a la carta y sin salir de casa

Existe en Berlín un ambiente inequívoco de libertad sexual y de celebrar la noche que por supuesto conlleva que multitud de personas no quieran tener pareja. Las apps posibilitan conocer a gente fuera de nuestra zona de confort, me soltó Jean (joven homosexual residente en Berlín) la semana pasada mientras tomábamos un par de cervezas. “Las aplicaciones ponen a disposición de cualquiera un inmenso 'catálogo' de posibles pretendientes, por lo que la opción de ir saltando de persona en persona es muy tentadora. Sin embargo, corresponde a cada cual decidir su currículum sentimental. Existe una cierta superficialidad en el mundo virtual provocada por el predominio de lo visual. En cualquier caso, las aplicaciones traen consigo más ventajas que inconvenientes.”Gayromeo es la preferida de Jean: “Por la mayor profundidad de los perfiles, que no se centran tanto en una única foto y que ofrecen un buen resumen de los gustos, aficiones y preferencias emocionales y sexuales de la otra persona. Es ya un clásico y funciona especialmente bien en Alemania. Además, me ha permitido conocer a un mayor número de personas más allá del 'aquí te pillo y aquí te mato'. Grindr funciona mejor que Gayromeo en el extranjero o cuando se busca algo rápido; sexo sin compromisos. Solo permite una fotografía por perfil, lo cual potencia enormemente la tendencia a convertir a las personas en portadas o caricaturas de sí mismos. Su gran inconveniente es el pésimo e impracticable sistema de notificaciones, que hace que la mayoría de conversaciones acaben en punto muerto si no se desarrollan de un tirón. Tinder es la que peor resultado me da. En Berlín la utilizan mayoritariamente turistas, que escriben un día y vuelven a contestar en una semana, cuando ya están a miles de kilómetros de distancia.

De todos modos, Jean es de esos que consideran importante saber centrarse en la persona que quieren que sea su pareja y evitar seguir buscando mientras se vive esa pre-fase de conocimiento inicial. “Se puede caer en el juego de la eterna insatisfacción mientras se espera que la siguiente persona traiga corregidos los defectos de la anterior. Esto no excluye, por supuesto, que una vez establecida la relación, se quiera buscar personas para ampliar los horizontes sexuales —si ambos miembros de la pareja están de acuerdo—, aunque creo necesaria una fuerte conexión previa entre las dos personas, que es precisamente lo que hago yo.

Berlín es una ciudad sexualy loaded

Todos somos dignos de amor. Sin embargo, nos empeñamos en abortar el amor. Somos expertos en sabotearlo. Asistimos a una era de amputación del amor inducida por ese miedo revestido de libertad, sobre todo en grandes ciudades proclives al libertinaje como Berlín. Aunque aquí el acceso a los cuerpos es la moneda de cambio, el interior de la vida del otro queda sellado a cal y canto. Hermético. Vivimos encerrados en una caja blindada, instintivamente encogidos y equivocadamente protegidos. Refugiados en nuestra protectora y hueca soledad. Con nuestras emociones y sentimientos a salvo, y neutralizando el eco. En posturas insoportables que nos parecen hasta cómodas ya. Pensando en el amor como sinónimo de sometimiento o vulnerabilidad. Pensando, pensando, pensando. Pero la razón no lo es todo.

Aunque todos tratamos de estar tan cerca de los demás como sea posible, permanecemos tremendamente solos, inválidos por el profundo sentimiento de miedo e inseguridad. Como autómatas, rotamos a toda mecha en nuestra órbita del entretenimiento rutinario echando mano de las apps para ligar. Adquiriendo siempre nuevas cosas (léase personas) y cambiándolas inmediatamente por otras. Un mundo (in)feliz: bien alimentados, bien vestidos, sexualmente satisfechos (a veces), y no obstante, sin yo, sin contacto alguno, salvo el más superficial que podamos manifestar en todo momento a través de cualquier app.

El otro día me encontré con Elena (mujer heterosexual residente en Berlín) que me explicó sus últimos devaneos con las apps: “Happn va bastante mal; muy poca gente y nadie contacta a nadie. Tuve algunos matches, pero eso fue todo. No estoy escribiendo mucho por iniciativa propia, así que me dedico a contestar a los que me escriben primero. En Tinder, en cambio, hay mucha-mucha gente. Tengo miles de matches, pero nadie me manda mensajes. Ahora hay una nueva app que se llama Inner Circle; hay tíos muy-muy guapos. Funciona también en el ordenador. Está en fase inicial, bastante en pañales, y tiene muchos fallos, aunque al menos ves lo que miden los tíos (risas). No hay filtro de edad y te escribe todo dios, te gusten o no. Pero sí hay un filtro de selección para ser miembro... Facebook, como ya sabes, para mí es la red social que mejor va para ligar, aunque te parezca sorprendente. Quizás porque en Facebook hay fotos de todo tipo y ya no te decepcionan en persona. También ven lo que hago y cómo lo hago…

Elena cree que es posible encontrar pareja en Berlín a través de una app. “Conozco casos. He aprendido en este año, a través de la naturalidad con la que la gente habla de las apps (yo lo llevo un poco en secreto, me da vergüenza ser una solterona…), que es tan normal conocerse en una app como en un club, un bar o una fiesta de amigos. Es un signo de los tiempos, lo que los alemanes llaman Zeitgeist. Nunca he ligado con alguien en un bar/club que me durara más de una semana, y lo mismo me pasa con las apps... Como te digo, no es la ciudad, es uno mismo, aunque Berlín es una ciudad sexualy loaded; aquí es muy fácil tener sexo. El sexo es como mi sustituto del afecto. En Berlín no tengo amigos y necesito de algún modo ese afecto sustitutivo. Ya ni siquiera sé si busco una relación. Quiero relaciones sexuales continuas con el mismo tipo o con diferentes tipos en Berlín.”

El deseo de fusión interpersonal es uno de los impulsos más poderosos del ser humano. El deseo sexual es una manifestación de la necesidad de amor y de unión, impuesta a veces por la soledad, que en Berlín es, más que una gran amiga, una fiel compañera. En todas las apps, el sexo, cuando no es omnipresente está muy latente. O dicho de otro modo: cuando no es el fin, es el medio.

Tengo éxito dentro del segmento 'mujer madura'”

Munster
Munster © (c)--

El teléfono, pensado en un principio para hablar, ha terminado convertido en una especie de telégrafo y soporte para apps. Y en una cámara. ¿Las palabras? En emojis, cual código Morse poscontemporáneo o jeroglíficos digitales. De los mensajes de texto hemos pasado a los mensajes de audio, sin gama de grises intermedia. Se evita la conversación en tiempo real. Y luego nos quejamos de que nuestras citas no prosperen. Aunque casi siempre tienen mucho de intercambio de CV, salir airoso de una primera cita en Berlín se ha vuelto más complicado que concluir una entrevista laboral con un trabajo debajo del brazo. Sortear una cita con éxito requiere de mucha brillantez, no solo de físico, ropa y complementos.“En una gran ciudad como Berlín las apps facilitan la posibilidad de encontrar a alguien con quien salir, tomar algo y/o tener sexo, pero perjudica la ocasión de encontrar a una persona para una relación más seria”, me cuenta escéptico Sergio (hombre heterosexual residente en Berlín). “En las apps más o menos mentimos sobre nosotros, ya sea a la hora de describirnos o a la de mostrarnos. Las expectativas pocas veces se cumplen y surgen las decepciones.”

Sergio utiliza Tinder y Badoo. También ha usado OkCupid. “Tinder es más para modernos, y si no tienes una foto en Tailandia o New York, no molas. Badoo es muy popular entre personas del Este: polacas, rusas... y mucha africana en busca de su pasaporte en Europa. En Tinder no he tenido mucho éxito. Tan solo dos citas y nunca repetimos. Y de sexo mejor ni hablemos. Tinder depende mucho de las fotografías, es muy Instagramer, y yo seré de todo menos eso”. En Badoo, Sergio ha tenido éxito dentro del segmento mujer madura (+45) con ganas de marcha intersemanal. “Pocos mensajes, directos, e igual que vinieron se van sin hacer ruido. Pueden durar varios meses o varias veces...

Desde su perspectiva, en las apps juega mucho el gustar a cuantos más mejor, coleccionar matches como likes, más que amantes reales... “Berlín es una ciudad que te obliga mucho a salir por la noche para conocer a alguien. No es tan fácil el contacto con desconocidas fuera del ámbito festivo. Las relaciones son más o menos parecidas a otra gran ciudad. Tal vez se deba al tiempo y las formas de ser de los berlineses...”. Para Sergio, Berlín es una ciudad rápida pero de relaciones lentas. “En España, en dos semanas, pasamos todas las fases que aquí te llevan a veces seis meses o incluso más.”

Paco Arteaga
Paco Arteaga © (c) Paco Arteaga

Paco Arteaga Tacoronte, en exclusiva para CAI, noviembre 2016.

***Paco Arteaga es periodista, fotoperiodista, proofreader y amateur perpetuo. Ha trabajado para revistas de moda, arte, tendencias y estilos de vida, agencias de noticias, de publicidad y de comunicación. Reside desde hace algunos años en Berlín, ciudad en la que —entre otros proyectos— ha cofundado Berlín Amateurs, donde también se las apaña como editor. Su blog personal
www.berlinamateurs.com



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Paco Arteaga - Una vez al mes, esta columna sobre amor, sexo, soledad y apps en Berlín se dispone a diseminar estas y otras cuestiones a través de las experiencias de ciertos personajes residentes en la capital alemana.

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