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Alemanes que hacen Historia/El cineasta que rompe paredes: Fatih Akin

Lola - Deutscher Filmpreis 2018, Berlin, 27.4.2018, Berlin

Lola - Deutscher Filmpreis 2018, Berlin, 27.4.2018, Berlin, © POP-EYE

Artículo

Carlos Jesús González - Vemos en escena a un hombre que acaba de ser sacado a golpes de un bar. Su imagen no es sólo la de la decadencia etílica. Hay más: es también la de la más profunda de las tristezas. Se trata de un hombre que no solamente ha perdido, sino que ha decidido renunciar a la opción de levantarse, de continuar, de perseguir eso que llamamos felicidad.

Lleva el pelo largo, barba crecida, una chamarra negra de cuero y una borrachera de las que tumban ogros. El riff de guitarra de I feel you, canción mítica de Depeche Mode, empieza a sonar. El hombre conduce en las llanuras de la noche. Ríe y llora, o más bien se llora riendo, como los locos y los depresivos, como los condenados a muerte. De repente, el hombre entrecierra los ojos y desvía el auto a toda velocidad hacia la nada, hacia una nada hecha de concreto y hormigón, dura, terrible. El sonido del golpe es como el de un millón de huevos quebrándose en las tripas de una cueva. Un sonido seco que se replica antes de apagarse y dejar en el aire la voz de Dave Gahan, melódica y distante. Nosotros, los espectadores, observamos el choque desde arriba. Como lo haría un fantasma. O un ángel.Han pasado más de diez años de que se filmó esta secuencia y podrán transcurrir otros veinte sin que su perfección se vea alterada. Ya hoy día hay escuelas de cine en donde los estudiantes la estudian cuadro por cuadro, tal y como antaño sus predecesores lo hicieron con fragmentos de cintas de Martin Scorsese, Godard o Rainer Werner Fassbinder. A partir de su estreno en la Berlinale de 2004 –donde ganaría el Oso de Oro por Mejor Película- Contra la pared (Gegen die Wand) hizo homenaje a su título y golpeó por igual a espectadores que a críticos y jurados cinematográficos alrededor del mundo. Desde la afamada aunque elitista era del Neuer Deutscher Film, ninguna otra película alemana había hecho tanto ruido en lo confines del radar cinematográfico mundial. De un día a otro su creador, el turco-alemán Fatih Akin (Hamburgo, 1973), se convirtió en el director de moda. Sólo él sabe qué tipo de ofertas cayeron en su escritorio después de un triunfo tan contundente, así como las razones por las que prefirió rechazarlas. Porque si al tiempo hay algo que no puede negársele a Akin –las evidencias son sus películas- es que ha sobrevivido al éxito de su obra maestra de la manera más honesta que tenía a mano. Es decir: haciendo el cine que le ha dado la gana hacer.

Un turco en Alemania, un alemán en Turquía

Existe el rumor de que alguna vez Fatih Akin dijo que la conocida película mexicana Amores perros (2000) gatilló el concepto sobre el cual el filme Contra la pared fue construido. Razones para creerlo, en todo caso, no faltan: ambas son las primeras parte de una trilogía –en el caso de Akin es: amor, muerte y el diablo (Liebe, Tod und Teufel)- y además Guillermo Arriaga, escritor de Amores Perros, 21 gramos y Babel, es cercano al cineasta y en su momento le brindó asesoría dramatúrgica. A un hecho tan puntual agreguemos otro curioso: Akin está casado con la mexicana alemana Monique Obermüller, quien ha trabajado con él como actriz y directora de casting y con quien tiene dos hijos.

En todo caso, y a diferencia de las películas que florecieron de la mancuerna conformada por Arriaga y el director Alejandro González Iñárritu, donde el azar y el destino funcionan como hilos conductores, la trilogía de Akin se centra en conceptos que tienen que ver directamente con su experiencia vital, como lo es el de la identidad.

Contra la pared(amor), Al otro ladoAuf der anderen Seite, 2007- (muerte) y The Cut (el diablo), estrenada en el Festival de Venecia de 2014, plantean al origen como factor determinante en el porvenir y el modo de actuar de las personas. Él mismo hijo de inmigrantes y nacido en un entorno multicultural, conoce el peso que la tierra de la que se proviene puede tener en la conciencia del migrante y las consecuencias que ello genera en las generaciones siguientes.

Es gracias a esa posición que Akin puede jugar sin problemas con sus discursos. Es turco y alemán y, por tanto, un crítico legítimo de ambas realidades, pero a la vez, y en caso de querer verlo así, no es lo uno ni lo otro, lo que le permite tomar una distancia conveniente de ciertos temas. Un ejemplo claro de ello es precisamente el filme con el que cierra su trilogía: The cut. En ella, Akin hace lo que se antojaría impensable en manos de un cineasta turco: hablar sobre el genocidio perpetuado contra el pueblo armenio –se calcula que hubo un millón y medio de víctimas- por el gobierno de los Jóvenes Turcos, hecho que tuvo lugar la segunda década del siglo XX, cuando aún existía el Imperio otomano.

Quizá tal y como él lo esperaba, la cinta causó controversia tanto en Alemania como en Turquía, y si bien en este último algunos lo tacharon de antipatriota, otras opiniones se quejaron de que se había quedado a medio camino a la hora de exponer una tragedia histórica de dichas dimensiones, en resumen, de que no había arriesgado lo suficiente. Curiosamente, y de acuerdo a lo que contó a una cadena de televisión de Armenia, lo que más le preocupó a Akin durante todo el proceso fue la reacción que la película generaría en las personas más cercanas a él, en sus amigos y familiares, en su padre, por ejemplo, él mismo un militante del Partido de Acción Nacionalista (MHP), grupo político turco de extrema derecha. Todos ellos, de acuerdo con sus palabras, quedaron conformes, e incluso conmovidos con la historia de este hombre que pierde a sus hijas en medio de las masacres y los exilios forzados, y quien hace todo por recuperarlas.

Por cuestiones que no quedan del todo claras –el cine está rodado de misterios- el filme no cosechó lo esperado ni en crítica ni en taquillas, pero ello no mermó en el afán creativo de Akin. Menos de dos años después, estrenó con éxito Tschick (2016), un road movie protagonizado por adolescentes que nada que ver con el dolor existencial que exuda su trilogía, y en el próximo mes de mayo su obra más reciente, Aus dem Nichts, protagonizada por Diane Kruger, contendrá nada más y nada menos que por la Palma de Oro en el Festival de Cannes.

El ejercicio de quebrar muros

Es bien sabido que las entrevistas no le gustan. Prefiere “hacer el amor a través de la cámara”, como confesó en cierta ocasión a la revista alemana Cicero, que ponerse delante de una. Probablemente no hay nada más que le guste en la vida que rodar películas, pero cuando no se coloca en la silla del director, está al pendiente de los proyectos de Corazón International, casa productora que fundó en 2004.Según las revistas de chismes es buen padre y esposo, y no se le dificulta adaptarse a lo que exigen las circunstancias. Si, de acuerdo al origen católico de su esposa, es tiempo de celebrar la Navidad, él se involucra en el festejo con el mismo ímpetu con el que toma parte de las celebraciones musulmanas de su familia paterna.

Ha dirigido ocho largometrajes –con uno por estrenarse- y siete cortometrajes y cree que todo lo que filma es irremediablemente personal. Además de dirigir y escribir sus películas, también se ha destacado como actor en cintas como Black Souls (1999) o Diebstahl alla turca (2005).

Estudió artes y comunicación visual en la Escuela Superior de Arte de Hamburgo, ciudad a la que llegaron sus padres a mediados de los años sesenta como Gastarbeiter o trabajadores invitados. Su padre tuvo una empresa de limpieza de alfombras y la madre fue maestra de escuela. Tiene además un hermano mayor, Cem, el cual trabaja como actor y ha aparecido en al menos tres de sus películas.

Es un amante apasionado de Mean Streets, el primer largometraje de Martin Scorsese, y admira también el trabajo de Sergio Leone, Terrence Malick, y también de algunos cineastas contemporáneos suyos, como Thomas Vinterberg.

Ha recibido incontables premios a lo largo de su carrera. Entre ellos habría que mencionar la Medalla Carlomagno para los Medios Europeos (Karlsmedeille für europäische Medien) que se le otorgó en 2008 por sus “filmes llenos de una expresión impactante”.

Su nombre es Fatih Akin y, pésele a quien le pese, continúa siendo el director más completo del cine alemán.

Sitios de interés:

Entrevista brindada a una televisora de Armenia (en inglés):

https://www.youtube.com/watch?v=RwCUGyDmWJ4

Trailer de Contra la pared:

https://www.youtube.com/watch?v=gGd6RaoYPxo

Entrevista sobre Contra la pared:

https://www.youtube.com/watch?v=7_FeKIJtpEU

Carlos Jesús González (twitter @CjChuy), en exclusiva para CAI, abril 2017.

Carlos Jesús González. Periodista y escritor mexicano. Vive en Berlín desde 2006, donde labora como corresponsal de CAI y como colaborador free-lance de diferentes medios mexicanos y alemanes. Tiene un especial interés por los temas culturales y políticos. Es amante absoluto del cine, la literatura y la agitada vida berlinesa.

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