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Amor, sexo y soledad en tiempos de apps #6 / ¿Amores líquidos o gaseosos?
Paco Arteaga - En los últimos tiempos, y sin saber muy bien cómo, hemos comenzado a denominar las relaciones destructivas como relaciones tóxicas. De referirnos a las personas conflictivas como personas tóxicas, y a los cretinos de toda la vida hemos pasado a llamarlos eufemísticamente personas que restan en una relación. Sin embargo, lo extravagante se mantiene. Y consiste en tener pareja convencional en Berlín.
Para algunos sigue siendo un mito alcanzable, perseguible e incluso realizable; y para el resto, un anacronismo casi tan molesto como la monarquía. Cambian no solo los tiempos y las tecnologías; también las terminologías y, por supuesto, los conceptos.
Amores líquidos en OkCupid
El otro día me encontré con Julieta (mujer heterosexual residente en Berlín), quien me puso al día sobre sus últimas relaciones fugaces mediante apps. “Mi última cita fue decepcionante, y es que las fotos no siempre reflejan la realidad, y yo que esperaba ver a un guaperas, al final me encontré con un chico bastante normal, tirando a feo, y algo kinki. Él me había escrito un mensaje hace ya algunos días. Era uno bastante simple: 'Hi'. Normalmente no suelo contestar a no ser que se lo curren un poco más, pero me gustaron sus fotos, así que le dije 'hola'”. Empezaron a escribirse (en alemán) a través de OkCupid. “Lo típico: ¿De dónde eres?, ¿y tú?, ¿cuánto tiempo llevas en Berlín?, ¿y tú?, etcétera.”. Luego pasaron al Whatsapp. Querían haberse conocido un martes, pero Julieta no pudo quedar por temas de trabajo, así que estuvieron alargando el momento hasta el fin de semana. Craso error. “Creo que generamos demasiadas expectativas durante esos pocos días...”.
Actualmente muy de moda, el recientemente fallecido sociólogo y filósofo polaco, Zygmunt Bauman, promueve el concepto de “amor líquido” —que se ajusta perfectamente al chorreo de relaciones que establece Julieta en OkCupid—, abordado ampliamente en su obra Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos,que nos viene como anillo al dedo, aunque sus teorías nos resulten ciertamente no muy novedosas en el plano de la filosofía. En su obra define las relaciones interpersonales que anegan la posmodernidad como vínculos profundamente marcados por la falta de solidez y calidez y sobre todo por la tendencia a ser cada vez más fugaces, superficiales y etéreas y con menor grado de compromiso,sobre todo en contraposición a las relaciones imperantes en el “amor romántico” que hoy en día prácticamente agonizan.
Hace tres sábados, otro chico de OkCupid escribió a Julieta al mediodía para preguntarle qué hacía, y dio la casualidad de que ella no tenía planes, así que quedaron por la tarde. “Vino a mi barrio, o a las profundidades de Neukölln, como bien sabes. El primer momento es determinante. Me di cuenta nada más verlo de que no me atraía en el plano sexual, pero aun así pasamos un buen rato. Tomamos unas cervezas y comimos un trozo de pizza. Me preguntó si podía abrazarme mientras andábamos por la calle y le dije que no. No hay mucho más que contar. Y dudo que vuelva a verle. Hoy me he sentido megatriste, pero creo que tuvo que ver con el mal día que hizo en Berlín...”. Sin embargo, Julieta tiene otros dos o tres frentes más abiertos en OkCupid. “Pero me lo tomo con mucha calma. Si surge algo, bien. Si no, también. Y no me corto un pelo en bloquear a quien me molesta. La verdad es que hasta ahora casi nadie me ha escrito cerdadas o comentarios soeces. Uno me llamó 'bambi'. Pero sí me ha pasado que hay tíos que no entienden que no contestar también es una respuesta y me siguen escribiendo hasta que los bloqueo”.
Relaciones vs. conexiones
Según Bauman, el modelo de las relaciones virtuales espoleadas gracias a internet y las nuevas tecnologías se extrapola al resto de relaciones de la vida real, donde no se buscan vínculos sólidos, sino meras conexiones que no supongan implicación ni profundidad. Fruto de la vida actual en continua emergencia en la que las relaciones virtuales superan la realidad, en ellas cada cual decide cuándo y cómo conectarse, suprimir, bloquear o clasificar como spam. Es así como las conexiones electrónicas propician con estrépito los encuentros interpersonales de carácter fugaz, desechable y superficial, eludiendo continuamente una interacción en profundidad. Que es precisamente lo que le ocurre a Julieta.
Al final, Julieta optó por concertar otra cita con otro chico hace dos sábados. “Quedamos después de comer en Tempelhof y me volví a llevar un chasco. El tío estaba completamente calvo... Y no me gustan los calvos. No sé por qué. Aunque era bastante majo y conversamos un ratín. Creo que no le voy a dar más bola a OkCupid. Salvo que alguien me envíe un mensaje superinteresante, paso de quedar con nadie más”. Y algunos días después... “¡Por fin he quedado con el chico de OkCupid que me interesaba de verdad!, y no me ha defraudado. Nos encontramos por primera vez el viernes y nos volvimos a ver el domingo. Ha habido feeling desde el principio. Llevamos escribiéndonos durante semanas a través de la plataforma, y eso se nota”. Además, físicamente tampoco la ha decepcionado, aunque Julieta no puede evitar compararlo con su amante alemán. Son como la noche y el día, según sus propias palabras. Fue todo muy natural: le propuso verse el fin de semana y le pasó su número de teléfono.
“Es músico, tiene 32 años y es de Israel. Y me gusta. No lleva ni un año en Berlín, así que me siento con la responsabilidad de decidir adónde vamos”. Julieta lo citó a medianoche en el Paloma Bar de Kottbusser Tor, como una Cenicienta trasnochada. “Llegué tarde, pero él llegó más tarde aún (lo cual resultaría inverosímil si conocieseis a Julieta), así que ya estaba dentro del local y con una cerveza en la mano. Nos reconocimos en seguida. Estuvimos hablando un montón de tiempo hasta que se decidió a besarme. Me invitó a otra cerveza y a un par de chupitos”. Estuvieron bailando un buen rato y decidieron irse juntos aunque, al pasar por el metro, Julieta le dijo que mejor se iba a casa sola. “¡Siempre funciona! El sábado nos agregamos en Facebook. Y el domingo volvimos a quedar. Vive al lado del canal y yo en Hermannstr., por lo que la U8 nos comunica estupendamente. Nos encontramos en Hermannplatz y fuimos a un bar de la Weserstr. No nos dimos ningún beso sino un abrazo, y mantuvimos las distancias y la tensión sexual hasta la segunda cerveza. Esa noche sí que me fui a su casa y lo pasamos genial”.
Hot girls wanted: turned off, la serie, y Natalia
El otro día me llamó Natalia (mujer pansexual y multitasking residente en Berlín) para comentarme que existía una serie que yo no conocía que era “muy mi columna” sobre relaciones y apps. “Se llama Hot girls wanted: turned off. Son historias personales que muestran cómo la confluencia de sexo, tecnología y relaciones íntimas está cambiando nuestra percepción del mundo y bla, bla, bla. Me imagino que la podrías ver pirateada, si no tienes Netflix... Te va a encantar”. En otro orden de cosas, Natalia también me dijo que, aquel día, ella y Philip (el tipo casado con una hija al que ella ama) cumplían un año juntos. “Se acordó él. De momento sigo a tope con Philip, no sé si te lo había contado. Hace meses que no veo al psicópata-empotrador (Martin), pero hemos tenido largas e interminables discusiones vía Whatsapp”.
A tenor del amor líquido de Bauman, no obstante, debemos matizar que el polaco, al parecer del que suscribe, solo recicla las teorías del amor propuesto como mercancía desarrolladas por Erich Fromm en El arte de amar y expuestas en esta columna hasta la saciedad. Al igual que ya hiciera Fromm, Bauman explica cómo el capitalismo afecta a las relaciones personales, en la actualidad estigmatizadas por una, cada vez más, frecuente tendencia al individualismo, que proclama que las relaciones fuertes o sólidas atentan contra la sobrestimada autonomía personal como valor supremo y casi paradigma de la vida posmoderna. Todo unido a la ideología consumista que mercantiliza buena parte de los ámbitos esenciales de la existencia, en la que el individuo se convierte en mercancía para satisfacer alguna necesidad. Así el amor se transforma en una suerte de consumo mutuo. Que es precisamente lo que ocurre en las relaciones que Natalia mantiene con sus innumerables amantes.
Narcisistas nivel dios y egos king size
Al parecer, en los últimos días, una chica ha contactado a Natalia a través de Instagram para que le diera un mensaje al psicópata-empotrador de su parte. “¿Cómo te quedas? (risas). Esto sí es de locos. Ya te daré detalles. Resumen: él está organizando un trío conmigo, pero sin yo saber nada. Y se supone que esta chica iba a ser arte y parte en el asunto. Yo me quedé loca, claro. Es que Martin es muy fuerte. Y él no entendía cómo yo me podía enfadar en lugar de sentirme halagada, me espetó. O sea, un narcisista nivel dios. En fin. Si te leyeras los whatsapps que me envió, fliparías con su cero empatía y su ego king size. Al final entendió, por lo menos, que yo me enfadara porque esta desconocida me contactara por medio de Instagram”.
Tal y como reflejan algunas historias de Natalia, el amor actual, también a ojos de Bauman, no es más que un producto del individualismo exacerbado convertido en un juego moderno y complejo, en el que la clave o finalidad consiste en no dejar puertas cerradas a otras relaciones, en un intento desesperado de vivirlo todo. No existe nada seguro; se impone la incertidumbre vital. La satisfacción inmediata, el narcisismo y la banalidad que persigue el individuo-individualista actual son una consecuencia del posmodernismo, que a su vez deriva en un vacuo hedonismo; el placer por el placer como fin primero y último de la vida. De ahí que Bauman considere al amor una materia líquida (¿no sería mejor denominarla gaseosa?) que fluye y cambia constantemente, tomando cauces inesperados. Ese tipo de amores volubles en los que se ve inmersa, casi siempre, Natalia...
“De resto, cero”, añade Natalia. Nadie más, aparte de algún escarceo sexual esporádico que no merece la pena ni contar, me explica. “Aunque mira, justo ahora me estaba escribiendo un tipo en Instagram en plan 'entiendo que no buscas un play partner, ¿verdad?...'. Te mando pantallazos de la conversación...”. A tenor de los screen shots que me envía Natalia, deduzco que este chico tiene un perfil en Instagram solo con fotos de chicas en calcetines. “Imagino que quiere que sea su modelo o algo por el estilo. Yo le voy a decir que si me paga, genial. Que yo tengo muchos calcetines y... por supuesto... dos piernas entre las que perderse”.
CONTINUARÁ...
Paco Arteaga Tacoronte (© Paco Arteaga Tacoronte), en exclusiva para CAI, 2017.
Paco Arteaga es periodista, fotoperiodista, proofreader y amateur perpetuo. Ha trabajado para revistas de moda, arte, tendencias y estilos de vida, agencias de noticias, de publicidad y de comunicación. Reside desde hace algunos años en Berlín, ciudad en la que —entre otros proyectos— ha cofundado Berlín Amateurs, donde también se las apaña como editor.
Su blog personal www.berlinamateurs.com
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Paco Arteaga - Una vez al mes, esta columna sobre amor, sexo, soledad y apps en Berlín se dispone a diseminar estas y otras cuestiones a través de las experiencias de ciertos personajes residentes en la capital alemana.