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Alemanes que hacen historia/Karlheinz Brandenburg: El rostro detrás del mp3

Artículo

Carlos Jesús González- Empecemos por las cifras: en la actualidad, más de mil millones de personas hacen uso de su invento o, si se prefiere definirlo así, de su “descubrimiento”.

Aunque quizá sería mejor comenzar no tanto con una cuestión numérica sino con una aclaración importante: al doctor Karlheinz Brandenburg (1954, Erlangen, Baviera) no le agrada en lo más mínimo que se lo llame “el padre del mp3”. En cada entrevista que ha dado desde 1995, que es cuando el afamado compresor de audio fue expuesto a la luz pública de manera oficial –de hecho hay una fecha para ello: el 14 de julio- Brandenburg ha insistido en que lo que vemos es el resultado de un trabajo colectivo: “ciertamente contribuí con aspectos importantes y fui el primero en formarse en la fila, por así decirlo, pero el considerarme el único en este asunto es algo incorrecto”, afirmó hace poco a Internet History Podcast.

Otra buena introducción a este texto podría consistir en pedirle al lector que busque algunas de las imágenes del doctor Brandenburg que pueden hallarse por la red. Allí se lo ve prácticamente siempre igual, apenas tocado por ligeros cambios que responden a la edad en la que es retratado: la barba inamovible definiendo los contornos de un rostro ovalado; las gafas de montura engarzadas a la nariz aguileña; el saco oscuro que cubre una figura espigada y de hombros caídos, poco acostumbrada a pasearse por el gimnasio. Aun más emotiva es aquella foto de 1987 en que se ve a Brandenburg –a quien a partir de este momento también nos referiremos como “el doctor”- rodeado del equipo de investigadores que desarrolló el mp3. Joven y con los cabellos todavía negros y abundantes, sonríe tímidamente a la cámara. El suéter oscuro y los audífonos que sostiene sobre su cabeza lo hacen parecerse más a un incipiente director de cine -¿tal vez a un joven George Lucas?- que al científico loco que terminaría por revolucionar el mundo de la industria musical para siempre.

Aunque también puede ser que lo más relevante de este artículo no se halla en la forma en la que comienza sino en la que termina, generando esa ambigua sensación de sorpresa, excitación y temor que despiertan los más grandes descubrimientos. Porque, no cabe duda, nos encontramos frente a uno de ellos.

Cómo engañar al oído

Entre muchas otras cosas, si hay algo que el mp3 ha dejado en claro es que la llamada psicoacústica es una ciencia no sólo comprobable sino cien por ciento aplicable. Pioneros de esta disciplina, como el fallecido científico en acústica, Eberhard Zwicker, aseguraron que el oído humano, por cuestiones de supervivencia, se concentró sobre todo en el sonido de otras voces y en los gruñidos emitidos por los depredadores, con lo que el resto de los sonidos se volvió menos importantes. Esta capacidad de “discriminación inconsciente”, por llamarla de alguna forma, que posee el oído humano es también lo que observamos al intentar charlar con alguien en un bar: aunque el sonido de lo que dice nuestro interlocutor existe, nuestro cerebro se decanta por los sonidos que ganan en fuerza, como puede ser la música que existe en el local o los gritos de otros comensales, con lo que no entendemos nada de lo que nuestro amigo nos comunica. En palabras del propio doctor, es gracias a la psicoacústica que en ocasiones tenemos la sensación de ver a la persona con la que se habla por teléfono, pues lo que oímos, lo que nuestro cerebro capta, está conectado con lo que hemos vivido antes, con nuestra memoria. Y es también la psicoacústica la que provoca que nuestro cerebro invente la existencia de tonos graves aunque estemos frente a bocinas de apenas tres centímetros.

Dicho fenómeno, en combinación con otros aspectos que el doctor y su equipo incorporaron a la investigación, como la propia fisonomía del oído humano, permitieron determinar que el modelo de percepción auditiva prescinde de muchas frecuencias, dado que éstas son enmascaradas por otras cercanas. Para explicarlo con claridad: un oído humano es incapaz de procesar todos los sonidos, notas y tonos que hay en un CD. El mp3 lo que hace es comprimir esta información sin que se note la diferencia. Así, lo que el doctor y su equipo crearon fue un código que eliminase las partes de un sonido grabado que de cualquier forma no podían ser percibidas por el oído humano. Un ejemplo conciso de ello es la manera en la que el cerebro cancela el sonido que hay antes y después de un sonido más fuerte, como pudiera ser el proyectado por un platillo o una guitarra distorsionada.

Con este objetivo en mente, Brandenburg y su colaboradores –reunidos bajo el auspicio del Instituto Fraunhofer para Circuitos Integrados en Ilmenau, Turingia- buscaron desarrollar un logaritmo que fuera aplicable a cualquier pista de audio. La verdadera prueba de fuego tuvo lugar, curiosamente, con una canción a capela de la cantante Suzanne Vega, de título Tom’s Diner, para la que se hicieron infinidad de ensayos de compresión. De acuerdo a Brandenburg, este fenómeno sirvió como prueba clara de que “el oído humano está entrenado especialmente para obtener un entendimiento claro de la voz humana”. A partir de la utilización de modelos psicoacústicos y otras pruebas en el cifrado de la grabación –y escuchar la canción un número infinito de veces- finalmente se alcanzó el logaritmo buscado, el perfecto, el que se ha utilizado desde entonces miles de millones de veces. Gracias a este tipo de compresión, cualquiera que tenga el dispositivo electrónico adecuado es capaz de llevar en él discografías completas, discografías que a la vez son susceptibles de ser compartidas o intercambiadas a través de Internet.

Según una entrevista, Brandenburg pudo conocer personalmente varios años después a Vega –a quien, por los acontecimientos descritos, varios la llaman “la madre del mp3”- y atendió a uno de sus conciertos. En él, por supuesto, la cantante interpretó Tom’s Diner, y aparentemente el doctor escuchó la canción sin el menor atisbo de hartazgo.

Desde el centro de Alemania con amor

Es curioso pensar que el mp3 y compresores que aparecieron en fechas posteriores, como el AAC, hayan sido originados en un sitio de Alemania central y no en un estudio ultramoderno y vanguardista de Berlín, Hong Kong o Silicon Valley. Ello prueba, entre otras cosas, que la innovación tecnológica no depende necesariamente de una atmósfera “creativa” en particular sino más bien de que se cuente con el equipo adecuado y los fondos monetarios necesarios para cubrir las investigaciones.

Ello no significó, por supuesto, que el camino emprendido por el doctor para dar a conocer su descubrimiento fuera fácil. En su momento, el mp3 compitió contra una quincena de propuestas de compresores desarrolladas por otras compañías y centros de investigación. Además, durante la competencia se involucraron intereses políticos y empresariales que complicaron y aletargaron el proceso, hasta que finalmente el mp3 alcanzó la estandarización, es decir, la comprobación científica y unánime de que era el mejor sistema de los presentados. A este hecho –ocurrido, como ya hemos dicho, el 14 de julio de 1995- siguieron la implementación del modelo y su posterior empoderamiento hasta convertirse en el rey absoluto de la industria musical. Tanto es así que este año pasará a la historia, entre otras cosas, por ser el primero en el que las ventas musicales digitales superaron a las físicas.

Es justo decir que esta revolución de la industria generada por el mp3 a la fecha no es vista con agrado por mucha gente que trabaja en ella. Ello se debe a la incontable cantidad de personas que vio en el compresor una oportunidad para descargar y compartir música sin abonar un solo centavo, lo que ha terminado por afectar no sólo a los sellos discográficos sino también a los músicos y compositores. De acuerdo a la opinión de Brandenburg, ello se debió principalmente a la pasividad y falta de visión que tuvieron las transnacionales de la industria musical, las cuales tardaron demasiado tiempo en implementar un plan que se adaptara a las nuevas reglas del mercado musical. “La piratería el algo que nunca hemos apoyado. Tengo la firme creencia de que a la gente que compone, así como todos aquellos que ayudan a la distribución de la música que amamos, deben de obtener un pago por su trabajo”, aclaró Brandenburg en una entrevista que se le realizó recientemente. Asimismo, en más de una ocasión el doctor ha confirmado su concordancia con la opinión de Steve Jobs, el finado fundador de Apple, quien afirmaba que la única opción que había para combatir a la música “gratuita” consistía en lograr que la acción de pagar por música fuese lo más sencilla posible.

En todo caso, la ausencia de malicia en Brandenburg es algo que salta a la vista. Este hijo de maestra y profesor de psicología a quien en la juventud se le daba la ejecución de la flauta, el piano y la guitarra, lo único que deseaba era llevar una tesis hasta sus últimas posibilidades. De acertar, podría hacer posible el sueño de guardar la discografía entera de sus amados Beatles en un reproductor y escuchar el tema que quería y cada vez que le diera la gana con sólo apretar un botón.

Y lo consiguió.

Algunos premios obtenidos por Brandenburg:

1996: Galardón de Innovación del gobierno de Baviera

2000: Ceremonia del Galardón del Futuro Alemán por el desarrollo del formato mp3, entregado por el presidente Johannes Rau.

2004: Galardón Innovador SPUTNIK.

2009: Embajador del Año Europeo de la Creatividad y la Innovación.

2014: Introducido por la Sociedad del Internet (ISOC) en el Paseo de la Fama como innovador por su rol en el desarrollo del formato mp3.

Sitios de interés relacionados:

https://www.youtube.com/watch?v=IpY0HWXdAiY

https://www.youtube.com/watch?v=vVv8CPECPkc

https://www.youtube.com/watch?v=rsu8xfor7a0Carlos Jesús González (twitter @CjChuy), en exclusiva para CAI, agosto 2017.

Carlos Jesús González.Periodista y escritor mexicano. Vive en Berlín desde 2006, donde labora como corresponsal de CAI y como colaborador free-lance de diferentes medios mexicanos y alemanes. Tiene un especial interés por los temas culturales y políticos. Es amante absoluto del cine, la literatura y la agitada vida berlinesa.

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