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Heiner Geißler

Artículo

Carlos González - Heinrichjosef Georg Geißler, hombre nacido el 3 de marzo de 1930 en Oberndorf am Neckar (Land de Baden-Württemberg), dejó de existir el pasado 12 de septiembre a los 87 años de edad. En Alemania la noticia corrió como la pólvora y entristeció hasta aquellos que no habían nacido hace tres décadas o que en aquel entonces eran apenas eran unos niños, es decir, a los que no fungieron como testigos directos de la intimidatoria habilidad política de Heiner Geißler, que es como todo el mundo lo conocía.

Aun así, valga la pena insistir, su deceso no ha estado exento de pesar: incluso los más jóvenes serían lo suficientemente perspicaces como para notar que en el último lustro se han escrito demasiados nombres conocidos en las esquelas de los diarios: Kohl, Schmidt, Herzog, Geschner, y ahora Geißler, han sido figuras políticas cuya labor fue vital en la construcción de la Alemania que conocemos hoy día. Su pérdida no hace sino apuntalar y extender la idea de que la época de postguerra, primero, y de la reunificación, después, ha finalizado para dar pie a otra que ha puesto al país en una posición distinta, con retos de otro tipo para consigo misma y también para con el resto del mundo.

En todo caso, personalidades como la Geißler tendrían que ser necesarias en cualquier época. Nadie como él ejemplifica al individuo que no responde a otra ideología que la dictada por su propia conciencia. Ciertamente fue un militante del partido Cristiano Demócrata o CDU (Christlich Demokratische Union Deutschlands), y además uno brillante, pero los testimonios arrojados por gente que lo conoció lo muestran como alguien que sólo era fiel a sus propios principios, incluso cuando ello le generaba problemas o ponía de manifiesto sus errores porque, como todo el mundo, también se equivocaba. Esa aparente necedad, sin embargo, tenía como único motor una búsqueda incansable del bien común y tal sería su principal objetivo a lo largo de su carrera política. Extrovertido y de audacia implacable, ponía sus ideas sobre la mesa sin ningún tipo de filtro, en varias ocasiones con frases lapidarias que encendían los ánimos de sus oponentes en el debate. No por nada el ex canciller Willy Brandt, al igual que Geißler un político sobrado de ingenio e ironía, en algún momento lo acusó de ser “el peor agitador desde Goebbels”.

Aun así, Geißler en ningún momento se mordió la lengua a la hora de expresar lo que pensaba. Las suyas eran el tipo de discusiones que uno imaginaría en el senado romano en épocas antiguas: álgidas y acaloradas y acaso alcanzado cierto punto un tanto agresivas, pero sin nunca sobrepasar las líneas de tolerancia y deferencia que debe observar toda democracia. Es por ello que, pese a considerarlo un férreo opositor, partidos alineados a la izquierda como la SPD (Sozialdemokratische Partei Deutschlands) siempre le reservaron aquel sentimiento, mezcla de respeto, temor y admiración, que se otorga a los contrincantes más preparados y a la vez peligrosos. El ex presidente de la SPD y actual vicencanciller y Ministro de Asuntos Exteriores, Sigmar Gabriel, por ejemplo, dijo de él: “fue para su partido y para muchos ciudadanos de nuestro país un influyente personaje político de las primeras décadas de la República Federal”, alguien que además consiguió consolidar “la cultura del debate” en Alemania. A sus palabras de despedida habría que agregar las dedicadas por otro distinguido miembro de dicho partido y actual presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, quien recordó que con “su política, apasionada y dotada de un entusiasmo pocas veces visto”, Geißler “contribuyó a dar forma a la comunidad”. Dentro de su partido, por supuesto, el fallecimiento de Geißler fue recibido con singular pesadumbre. La canciller Angela Merkel lo describió como alguien “intelectualmente sobresaliente, de retórica brillante, discutidor, confiado y siempre a favor de la gente”, y en general no hubo un solo miembro de la CDU que no tuviera un elogio dedicado a su memoria o que lamentara su pérdida con perceptible franqueza.

Una carrera distinguida

Heinrich Geißler fue secretario general de la CDU o Unión Demócrata Cristiana entre 1977 y 1989. Dentro de ese periodo -de 1977 a 1980- fue además vicepresidente de la Internacional de Partidos Demócratas de Centro. Posteriormente, entre 1982 y 1985, fungió como ministro del Ministerio Federal de Familia, Tercera Edad, Mujeres y Juventud (Bundeministerium für Familien, Senioren, Frauen und Jugend), ello bajo el gobierno del canciller Helmut Kohl, con quien posteriormente tendría algunas desavenencias que lo harían retirarse del cargo y en general de la vida política de manera activa, aunque permanecería dentro del presídium de la CDU hasta 1998 y en la comisión ejecutiva federal del partido hasta 2002 . Sin embargo, en esos tres años en los que se mantuvo como ministro logró dar paso a reformas que con el tiempo darían a la población enormes beneficios, entre ellos la licencia por paternidad, subsidios por hijos a cargo o la creación de la Bundesstiftung Mütter und Kind, fundación que otorga apoyo financiero a madres con pocos recursos para la manutención de sus hijos en sus primeros años de vida.

Incluso algunas décadas previas a su triste deceso, Geißler fue reconocido como un reformador de su partido y una pieza clave en su modernización. Su afán por cuestionarlo todo, incluso sus propios conceptos, le acarreó varios enemigos, no únicamente aquellos opuestos a él por razones ideológicas, sino también dentro de la CDU. Aun así, y como ya hemos mencionado, la naturaleza combativa de Geißler se mantuvo hasta el final. Tanto fue su afán por mantenerse fiel a lo que él consideraba correcto, que no tuvo empachos en afiliarse a ciertas ideas aunque sus correligionarios las considerasen propias de “izquierdas”. Esa actitud, por demás, le confirió en sus últimos años un rol de moderador que pudo llevar a la par que el de hombre proclive a la discusión. Entre otras cosas, hizo un intento por conciliar a las partes protagonistas en problemas de primer orden, como el del proyecto de transporte y renovación urbana, Stuttgart 21 y en otros conflictos de tipo sindical.

Un invitado frecuente, cómo no, en incontable programas de debate en la televisión durante los últimos años de su vida, a Geißler mucha gente comenzó a apodarlo “maestro Yoda” no tanto por su aspecto -de rostro arrugado y ornamentado con indomables orejas-, para algunos televidentes similar al del personaje de La guerra de las galaxias, sino más bien por la serenidad y sensatez con la que abordaba los distintos temas que se trataban en el plató, mismos que oscilaron del llamado conflicto de los refugiados -él, por cierto, se posicionó a favor de que Alemania los recibiera- a asuntos concernientes con la religión. Esto último, por cierto, no fue fortuito, pues Geißler no únicamente era un ferviente católico -incluso en su juventud ingresó como novicio de la orden de los jesuitas-, sino un católico que cuestionó el papel de su iglesia infinidad de veces y criticó duramente su postura en diversos puntos, entre ellos su condena a la homosexualidad o la laxitud frente a los abusos sexuales cometidos por sus sacerdotes. Para que se entienda, solamente alguien como Geißler sería capaz de escribir un libro -publicó varios, muchos de ellos de corte religioso- titulado ¿Qué tendría que decir Lutero el día de hoy? (Was müsste Luther heute sagen?), y encima asegurar que “la sociedad católica ya no juega ningún rol en la sociedad”.

De conciencia insobornable, Geißler se mantuvo siempre a favor de que la sociedad alemana fuese multicultural y apoyó activamente a diversas causas sociales y ecológicas, como los derechos de la comunidad LGBT y las acciones en pro del cuidado medioambiental. De la misma manera, desde 2007 se afilió a ATTAC (Asociación por la Tasación de las Transacciones y por la Acción Ciudadana), movimiento que promueve el control democrático de los mercados financieros y critica al neoribealismo económico. Norbert Blüm, otro ex político militante de la CDU y amigo cercano a Geißler, asegura que esa militancia a favor de las luchas que él creía justas siempre formó parte de su naturaleza. Es así que para Blüm, si hay algo que Geißler deja a manera legado a las futuras generaciones no podría ser otra cosa que un simple y llano consejo: “piensa muy bien aquello que consideras correcto. Cuando sepas que es así entonces continúa, sin preguntar, sin que importa si el viento está a favor o en contra. Solamente continúa”.

Le sobreviven su esposa, tres hijos y varios nietos. Descanse en paz.

Enlaces de interés:

Geißler en debate

Geißler y el tema de refugiados

Angela Merkel despide a Geißler

Carlos González (@Chuy), en exclusiva para CAI, a 14 de septiembre 2017.

Carlos Jesús González.Periodista y escritor mexicano. Vive en Berlín desde 2006, donde labora como corresponsal de CAI y como colaborador free-lance de diferentes medios mexicanos y alemanes. Tiene un especial interés por los temas culturales y políticos. Es amante absoluto del cine, la literatura y la agitada vida berlinesa.

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